lunes, 29 de junio de 2020

Nuestra historia

  • El voto de acción de gracias de 1649

Una epidemia de peste asoló la ciudad de Sevilla desde 1648. Antonio Domínguez Ortiz cifra en 60.000 el número de sevillanos fallecidos, casi la mitad de la población de la ciudad. Ya en agosto de aquel año de 1648, el Ayuntamiento dedicó una octava extraordinaria a la Virgen de la Hiniesta en la parroquia de San Julián con motivo de la epidemia.

Las cosas mejoraron en el verano de 1649. Fue entonces, en el mes de agosto, cuando el asistente, el conde de la Puebla del Maestre, propuso a los cabildos municipal y catedralicio ir en procesión a la parroquia de San Julián para dar gracias a la Virgen. Pero el cabildo eclesiástico puso reparos, entre ellos el hecho de que la distancia a la que se encontraba la parroquia de San Julián, por mucho que se madrugase, obligaría a volver “a hora que el sol ofendiese mucho, siendo el mes de agosto”. Finalmente se determinó que el domingo siguiente, 22 de agosto, fuesen ambos cabildos a la Capilla Real para dar gracias a la Virgen de los Reyes.

El asistente no quedó conforme con lo sucedido. Poco después, el 30 de agosto, al tenerse noticia de que Felipe IV se encontraba enfermo, aprovechó para proponer una rogativa por la salud del rey llevando a la Virgen de la Hiniesta en procesión a la catedral. Aunque el cabildo eclesiástico había celebrado ya rogativa por este motivo, se impuso la voluntad municipal, programándose la procesión para la tarde del martes 7 de septiembre. En esto llegó noticia de la mejoría del rey y se decidió juntar las gracias por la salud del monarca con la general de la ciudad.

Las calles por las que pasó la procesión se cuidaron en limpieza y adorno, levantándose algunos arcos triunfales y colgando las casas “con algún primor”. El cabildo catedralicio salió hasta la entrada de la plaza de San Francisco, donde se había levantado un arco, para recibir a la procesión, acompañando a la Virgen hasta la catedral. Esa noche, víspera de la fiesta de la Natividad, hubo fuegos y luminarias en la Giralda, cuyas campanas repicaron.

La Virgen permaneció en sus andas, situadas en lo más alto de las gradas de la capilla mayor, en el lado del evangelio, iluminada por dos cirios sustentados en blandones de plata. Allí se celebró un octavario en su honor hasta el 15 de septiembre. En la tarde de este día, se realizó la procesión de regreso a San Julián por calles distintas a las de la ida, pero que también fueron adornadas con arcos y colgaduras.

Este año de 1649 se votó para siempre la función de acción de gracias del 8 de septiembre. Desgraciadamente, en el archivo municipal no se conserva documentación al respecto, pero Mauricio Domínguez da noticia de una certificación, en un expediente de 1903, del secretario general del Ayuntamiento que dice: “De los antecedentes que obran en la secretaría de mi cargo resulta que, con motivo de la epidemia que en mil seiscientos cuarenta y nueve azotaba a los vecinos de esta ciudad, su Ayuntamiento hizo voto público de honrar anualmente en su día, ocho de septiembre, a su excelsa Patrona la Santísima Virgen de la Hiniesta, celebrando función solemne si por su poderosa intercesión alcanzaba el Señor la terminación de tan cruel azote. Y habiéndose obtenido de un modo extraordinario y milagroso el favor que se pedía, desde el año siguiente hasta el actual, la Excma. Corporación Municipal lo ha cumplido exactamente sufragando los gastos que tal función religiosa ocasionara”.

Francisco S. Ros González

Teniente Hermano Mayor

Profesor Departamento de Historia del Arte

Universidad de Sevilla.


Pie de foto: El alcalde Juan Espadas hace entrada en San Julián el 8 de septiembre con motivo de la función votiva.

No hay comentarios: