jueves, 30 de abril de 2020
Necrológica
Lamentamos comunicar el fallecimiento de NH Dña. LUISA MARÍA VÁZQUEZ ÁLVAREZ, casada con NH D. Eduardo Aragón Cruz. Matrimonio muy vinculado a la vida de hermandad, habituales en nuestros cultos, y pertenecientes al grupo de belenistas.
Expresamos nuestro más profundo pesar por tan sensible pérdida a sus familiares y amigos, en especial al querido hermano Eduardo, siempre amable y colaborador.
miércoles, 29 de abril de 2020
El Coro de la Hiniesta
“SAN JULIÁN ES MI BARRIO Y A BARRIO
HUELE”
En los primeros años de la década de los setenta, antes de la
coronación de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, se creó en la hermandad un
coro para cantar en los cultos de la hermandad. Dirigidos por Fray Tomás García
Torres O. F. M. Cap. los componentes del
grupo joven de la época se integraron mayoritariamente en este proyecto con la
ilusión de servir a la hermandad a través de una actividad tan atractiva como la música. La lista de
miembros fundadores y primeros componentes es extensa, con nombres señeros en
la historia contemporánea de la hermandad. Todos formaban un grupo joven
pujante y pionero en el ámbito cofrade de la época, vivieron un acontecimiento
tan singular como la coronación de la Santísima Virgen y participaban con
intensidad en todos los eventos que por entonces se organizaban. El coro
ensayaba en la cripta y en los vestuarios de las antiguas “Escuelas
Profesionales Virgen de la Hiniesta”, con sus voces daban esplendor a los
cultos y animaban los actos propios de aquellos tiempos.
El Coro de la Hermandad de la Hiniesta cubrió una amplia
etapa de nuestra historia con los cambios de componentes propios de una etapa
tan incierta como es la juventud. Al cumplirse los dieciocho años, tuvieron la
fortuna de grabar un disco de sevillanas que marcó un hito en Sevilla. Nuestro
hermano José Manuel Hevia en un artículo del Boletín de Enero de 1989, bajo el
título “NUESTRA GRAN ILUSIÓN”,
glosaba aquella grabación como la merecida recompensa a los “18 años de existencia,
trabajando incansablemente para nuestra hermandad”.
El disco titulado “VAMOS
A CANTAR… POR SEVILLANAS”, se presentaba con una fotografía de portada
debida a Emilio Sáenz que reproducía una instantánea del cielo de Sevilla en
una noche de feria, iluminado por farolillos y la portada al fondo. En la contraportada las fotografías de
nuestros escudos, y debajo otra, realizada por nuestro hermano Antonio Sobrado,
en la que figuraban los componentes del
coro en el patio de acceso a nuestra casa de hermandad, bajo el azulejo de la
Virgen de la Hiniesta Gloriosa.
Con la inestimable colaboración de nuestros hermanos Manuel y Bruno Marvizón, y de los reconocidos autores Luis Baras y el P. González de Quevedo S.J.,
se realizó aquella grabación editada por “Senador”, compuesta por ocho
sevillanas, en la cara A figuraban: “Vaya salero”, “Alegría en la Rocina”, “Vámonos
a la feria”, “Barrio de Santa Cruz”, y en la cara B: “Y por Sevilla Camina”, “Yo
no quiero ser de Almonte”, “El Cantarillo” y “San Julián”. Ésta última composición, dedicada al barrio y
a la hermandad, se iniciaba con la letra que encabeza este artículo y es recordada
con especial cariño por todos los hermanos que todavía tararean su estribillo:
“Pero el Domingo de
Ramos mi barrio que está dormido se despierta, para llevar en sus hombros a mi
Virgen de la Hiniesta”.
Nuestro agradecimiento a los hermanos José Manuel Hevia, Luis Ruiz
Franco, Luis Salgueiro, Mª Carmen Hucha, Ana Lobo, y Manolo Marvizón, por su
contribución a este artículo.
martes, 28 de abril de 2020
Formación en acción social
ANTE LA NUEVA SITUACIÓN DE CRISIS
En los últimos días a través de los medios de comunicación y
redes sociales, los hermanos tenemos conocimiento de las diversas acciones que
la Hiniesta está llevando a cabo con motivo de la situación de alerta sanitaria
en la que nos encontramos, con consecuencias graves en la situación social y
económica de muchas familias. Agradecemos a todos estos medios su interés por
difundir el trabajo que realiza nuestra Diputación de Obras Asistenciales,
poniendo en valor la importancia del “proyecto Caridad Madre Hiniesta” que en la
actualidad se ha convertido en una prioridad para la Junta de Gobierno.
Al hilo de estas palabras queremos compartir una reflexión
sobre cómo en nuestro ámbito cristiano y cofrade se debe de gestionar una
acción social para cumplir con el estimable propósito de dar una respuesta
eficaz a las diferentes situaciones de necesidad que van a surgir a partir de
ahora.
En primer lugar nos tenemos que plantear que estamos en los
inicios de una situación de dificultades económicas para muchas familias, que
no sabemos cuánto tiempo va a tardar la recuperación y por tanto tenemos que trabajar
pensando en el largo plazo.
Partimos de un objetivo prioritario básico la asistencia personal, tenemos otro
objetivo final la promoción social de
los afectados, y entre ambos un objetivo común en todo el proceso, la justicia social como criterio de
nuestro espíritu de servicio y acción solidaria.
Por tanto tenemos que asumir una acción a largo plazo que no
puede limitarse a acciones esporádicas, aisladas y circunstanciales sino que
necesita una labor vigorosa potenciando los proyectos ya existentes, creando
nuevas líneas de acción y siempre buscando la implicación de las personas. Debemos
aprovechar todas las posibilidades a nuestro alcance para convertir nuestra
providencial “piedad popular” en un instrumento poderoso que sirva de auténtico
testimonio del amor de Dios a los hombres.
En la actualidad todas las hermandades tienen consolidada la
acción social como elemento propio de su vida de hermandad, ahora nos toca dar
un nuevo paso adelante considerando que en los próximos meses vamos a ver un
incremento sustancial de los índices de pobreza y un empeoramiento de las
condiciones de vida. Para hacer frente a estas situaciones no sólo debemos consolidar
la labor actual, tenemos que afrontar a un reto, atender con garantías las
nuevas necesidades.
En la firme determinación de bien común debemos identificar situaciones
de riesgo y exclusión novedosas, planificar las acciones necesarias para
abordarlas y coordinar la actividad. Es la hora de la solidaridad como apoyo
incondicional a situaciones comprometidas y difíciles, pero también de la caridad como virtud suprema que
manifiesta y a la vez consolida, la fe a través de nuestro testimonio.
lunes, 27 de abril de 2020
Las Sevillanas y la Feria
De la mano de NH JAVIER MONTIEL GUERRA gran estudioso e impulsor del mundo de las Sevillanas, traemos este artículo sobre las Sevillanas y la Feria en estas fechas donde estamos sufriendo una primavera huérfana de fiestas y tradiciones.
"No voy a entrar en profundidades sobre el origen de las Seguidillas o Sevillanas porque eso daría para otro libro, pero yendo a lo básico, de los corrales de vecinos surgieron las conocidas “Sevillanas Corraleras”, que eran las propias vecinas las que se encargaban de cantarlas para amenizar sus labores cotidianas como lavar, fregar, cocinar, cocer… el contenido de estas sevillanas no eran otros más que vivencias y anécdotas que sucedían del día a día en el “Corral”, sirva de ejemplo María la Morena puso un potaje, lo tire al pozo, o Mi novio es cartujano, Sevillanas que no suelen faltar en las casetas de nuestra Feria de Abril.
La copla por Sevillana es sin duda la banda sonora de la Feria de Abril, algunas veces compartida con orquestas que interpretan temas poco acordes y de mal gusto (afortunadamente cada vez son menos), aunque últimamente han proliferado mucho los grupos de aficionados o semi-profesionales en las casetas debido entre otras razones a la falta de espontaneidad a la hora de “arrancarse” alguien para interpretarlas.
De siempre las Sevillanas fue la Reina de la Feria de abril, de un lado están los puristas del género que defienden que la temática a tratar a la hora de cantar Sevillanas en la feria, debe ser Sevilla, sus tradiciones o el amor, dejando las Sevillanas Rocieras para otra ocasión, por otro lado, están los más tolerantes que piensan que cualquier Sevillana es buena para hacer pasar el rato cantando y bailando con los amigos.
Como dice mi amigo Pascual González, cualquier pueblo daría lo que fuese por tener un folclore tan rico y alegre como es las sevillanas, un cante que cada año se renueva y aporta decenas de discos al mercado discográfico, ningún otro cante localista puede presumir de ello.
Me despido de vosotros con un fuerte abrazo azul y plata, deseando que pase esta maldita pandemia que nos ha privado de nuestros días grandes para volver a disfrutar de vuestra compañía, y ahora más que nunca: ¡Al mal tiempo… Sevillanas"
Javier Montiel Guerra
Javier Montiel Guerra
domingo, 26 de abril de 2020
Evangelio del 26/04/2020
Lc 24,13-35: Lo reconocieron al partir el pan.
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos, pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
-«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
-«¿Eres tú el único forastero de Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»
Él les preguntó:
-«¿Qué?
Ellos le contestaron:
-«Lo de Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»
Entonces Jesús les dijo:
- «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, el hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
- «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Él les dijo:
-«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
-«¿Eres tú el único forastero de Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»
Él les preguntó:
-«¿Qué?
Ellos le contestaron:
-«Lo de Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»
Entonces Jesús les dijo:
- «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, el hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
- «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Comentario Fray Miguel de Burgos Núñez (https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/8
La Eucaristía, como la Resurrección, es un misterio inefable de liberación, ya que los discípulos que estaban angustiados por lo que había pasado en Jerusalén, poco a poco, en la medida en que va haciéndose la Eucaristía, como un peregrinar, se conmueven, porque la vida del Resucitado se apodera de sus corazones. Eso es lo que Lucas quiere enseñarnos, catequeticamente, sobre lo que acontece cuando el Señor resucitado parte el pan con su comunidad, con y en la Iglesia.
sábado, 25 de abril de 2020
Necrológica
Lamentamos comunicar el fallecimiento de NH D. VÍCTOR
RAMOS-CATALINA BARDAXÍ.
Unido a la familia García-Borbolla, era uno de los hermanos más antiguos de la hermandad, muy vinculado a ella en los años sesenta, perteneció
a la Junta Gestora, frecuentaba los cultos, y solía esperar a la cofradía en la
calle feria acompañando a nuestros Sagrados Titulares a lo largo del recorrido
por este tramo de tanta solera.
Expresamos nuestras condolencias a sus familiares
y amigos, encomendamos su alma al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, para que
le conceda el descanso eterno y brille para Él la luz eterna. D.E.P.
Una Feria diferente
Continuamos viviendo unos momentos difíciles de mucho dolor e incertidumbre, sin embargo no podemos dejar de recordar que hoy tendría que celebrase la inauguración de la Feria de Abril, una de las
fiestas mayores de Sevilla. El arraigo a nuestras tradiciones y el carácter extrovertido
de los sevillanos nos otorga una singularidad especial para sobreponernos a las
dificultades, y una capacidad particular para que nuestras señas de
identidad no se pierdan en ningún momento.
La Feria forma parte de nuestra riqueza cultural, de ese patrimonio que los
sevillanos tenemos interiorizado en el cronómetro interno de nuestras vidas,
los sentimientos y añoranzas se confunden entre los lunares de los trajes de
flamenca y nunca falta una copa para invitar a los amigos.
En este día la hermandad tendría la caseta terminada con su
decoración tradicional, celebraríamos la cena del “pescaíto” y tras el “alumbrao”
comenzaría una semana en la que la vida de hermandad se hubiese trasladado a nuestra caseta
en el Real de la Feria, en la calle Ignacio Sánchez Mejías nº 48.
Fieles a la tradición traemos al blog nuestra original pañoleta y este rincón tan típico, estampas inconfundibles de la caseta de la Hiniesta. Este año tenemos que quedarnos en casa, disfrutar en la cercanía de nuestras familias con fortaleza de
ánimo para superar esta situación, y sobre todo rezar a la Virgen Patrona y Bienhechora de Sevilla.
Virgen de la Hiniesta ruega por nosotros.
jueves, 23 de abril de 2020
Culto al Santísimo Sacramento
Por el Magisterio de la Santa Madre Iglesia sabemos que la
Eucaristía no termina en la celebración litúrgica; una vez consagrados el Pan y
el Vino, permanecen como Sacramento de la PRESENCIA REAL Y VIVA DEL SEÑOR en
medio de su pueblo, constituyendo el Culto a este Misterio un verdadero
encuentro por el que nos abrimos a la experiencia de Dios, al gozo y la alegría
de la fe. La Eucaristía es el mayor acto de culto cristiano. Jesús está en la
Eucaristía cumpliendo su promesa de permanencia eterna entre nosotros. El Culto
al Santísimo Sacramento es el Culto de Latría que debemos a Dios Padre. Siempre
deberemos fomentar el Culto debido a la Real Presencia del Señor. En palabras
de San Juan Pablo II: “la Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del
Culto Eucarístico”. Jesús Eucaristía es el centro del Culto como tal, tanto
interno como externo.
miércoles, 22 de abril de 2020
Formación en acción social
LA CARIDAD COMO EXPRESIÓN DEL AMOR DE DIOS
El auge que nuestras Hermandades han experimentado durante el
siglo XX ha repercutido de forma notoria en la promoción de una importante
labor asistencial cuyo desarrollo sigue un ritmo creciente en las últimas
décadas. Es innegable que la caridad ha desempeñado, como hemos visto
anteriormente, una importante misión en el seno de las Hermandades, pero no
puede desconocerse tampoco que la carestía en que nuestras propias
corporaciones se veían inmersas afectaba al desarrollo pleno de esta dimensión
principal de la Hermandad. Hoy las circunstancias han cambiado: no sólo por el
progreso general de nuestra sociedad y porque nuestras Hermandades han venido
consecuentemente a mejor fortuna, sino también porque el magisterio de la
Iglesia, profundamente renovado tras el Concilio Vaticano II, urge a los laicos
a una acción directa e inmediata en la propagación del Evangelio.
Fruto de
ello, los cofrades somos cada vez más sensibles y más conscientes de que
nuestro culto necesita ser autenticado en el pergamino de la vida con la tinta
de nuestro esfuerzo. Atendiendo a ello, las Hermandades desarrollan en la
actualidad una labor asistencial vigorosa que va en aumento con los años. Son
incontables los proyectos asistenciales a los que nuestras corporaciones
prestan su apoyo, bien a través de una participación indirecta, bien mediante
la implicación efectiva de sus miembros en algún proyecto específico.
La caridad como expresión concreta del amor y manifestación
privilegiada del auténtico testimonio cristiano es un testimonio activo de
nuestra fe. Es necesario derribar ese viejo prejuicio que ha llevado a nuestras
Hermandades a guardar silencio en materia asistencial, ocultando la labor que
desde nuestras instituciones se realiza continuadamente en la asistencia a los
más necesitados. Dice San Lucas que "Nadie enciende una lámpara para
esconderla o taparla con algo, sino que la pone en el candelero para que los
que entren la vean con claridad".
Las hermandades tiene que asumir con determinación esta
exhortación evangélica que nos impulsa a ser luz del mundo; una luz que no
puede ocultarse porque su ocultación causará oscuridad. Es el momento de
entender que nuestro testimonio de amor hacia el prójimo es un servicio
inestimable a la Iglesia y a Jesús, Nuestro Señor, pues como ha afirmado Juan
Pablo II en su Exhortación Apostólica Christifideles laici: "Nuevas
situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y
culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles
laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo
presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”.
Extracto de la conferencia “La Acción Social en las
Hermandades: Una Perspectiva desde la Historia y la Actualidad”. Alfonso de Julios-Campuzano,
2002.
lunes, 20 de abril de 2020
Nuestra historia: Orígenes legendarios de la Hiniesta.
La leyenda
El origen de la imagen de la Virgen de la Hiniesta se
encuentra, como en tantos otros casos de devociones medievales, inmerso en la
leyenda. Cuenta ésta que, un día de finales del siglo XIV, mosén Per de Tous se
encontraba cazando en los montes catalanes cuando su azor quedó paralizado ante
las retamas en las que se habían refugiado las perdices que perseguía. Extrañado
por el comportamiento del animal, se apeó de su caballo, miró dentro del
matorral y descubrió una imagen de la Virgen con el Niño en brazos con una
inscripción a sus pies que, en la versión latina de Ortiz de Zúñiga, decía:
“Sum Hispalis de sacello ad portam quæ ducit ad Corduvam” (“Soy de Sevilla, de
una capilla junto a la puerta que encamina a Córdoba”). Del texto se deducía
que la imagen era una de aquéllas que en tiempos de la invasión musulmana
habían sido escondidas para evitar su profanación y que milagrosamente se había
conservado intacta a través de los siglos a pesar de encontrarse a la
intemperie.
Per de Tous condujo la imagen a Sevilla y la depositó en la
iglesia parroquial de San Julián, por ser el templo en aquel entonces más
próximo a la puerta abierta en las murallas de la ciudad que conducía a
Córdoba. El hecho de haberse encontrado la imagen de la Virgen oculta en unas
retamas o hiniestas motivó que se titulase Santa María de la Hiniesta.
El comienzo de la devoción
Aunque no existe documento contemporáneo que lo confirme, la
fecha de 1380 es aceptada generalmente como la de la introducción del culto de
la Virgen de la Hiniesta en Sevilla. De lo que sí hay constancia es que la
Virgen estaba en la capilla de la cabecera de la nave del evangelio de la
parroquia de San Julián, al menos, en 1407. Se trataba de una capilla propiedad
de Per de Tous en la que éste mandó abrir en el suelo una bóveda para que
sirviera como lugar de enterramiento familiar, además de construir un retablo,
decorar los muros con yeserías mudéjares, levantar un artesonado de madera de
alerce y cerrar el recinto con una reja construida, según la tradición, con los
grilletes y cadenas ofrendados en señal de agradecimiento por los cristianos
liberados del cautiverio de los moros y que colgaban de las ramas de dos olmos
situados en la plaza de San Julián.
A lo largo del siglo XV, la devoción a la Virgen de la
Hiniesta y su fama de milagrosa se fueron extendiendo, como delatan la creación
de su Hermandad y la fundación de diversas capellanías, dotaciones y memorias
para el fomento de su culto.
domingo, 19 de abril de 2020
Evangelio del 19/04/2020
San Juan
20, 19-31: A los ocho días, llegó Jesús
Al anochecer
de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con
las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Comentario bíblico de: Fray Miguel de
Burgos Núñez OP
La figura de Tomás es
solamente una actitud de "antirresurrección"; nos quiere presentar las
dificultades a que nuestra fe está expuesta. Tomás, uno de los Doce, debe
enfrentarse con el misterio de la resurrección de Jesús desde sus seguridades
humanas y desde su soledad, porque no estaba con los discípulos en aquel
momento en que Jesús, después de la resurrección, se les hizo presente, para
mostrarse como el Viviente. Este es un dato que no es nada secundario a la hora
de poder comprender el sentido de lo que se nos quiere poner de manifiesto en
esta escena: la fe, vivida desde el personalismo, está expuesta a mayores
dificultades. Desde ahí no hay camino alguno para ver que Dios resucita y
salva.
sábado, 18 de abril de 2020
Necrológica
Lamentamos comunicar el fallecimiento de D. Enrique Barrero
González, padre de NH D. Enrique Barrero Rodríguez.
D. Enrique Barrero estuvo muy vinculado a la hermandad con
motivo de su carrera profesional desarrollada como letrado jefe de la asesoría
jurídica del Ayuntamiento de Sevilla, fue pregonero de la Hiniesta en 1983. Posteriormente
su hijo tuvo el mismo honor en 2004, año de su ingreso como hermano de nuestra
corporación. D. Enrique Barrero también en su faceta como miembro activo del
Excmo. Ateneo de Sevilla, llegando a ser Presidente entre 1999 y 2010, siendo
distinguido con el título de socio de honor.
Expresamos nuestras condolencias a nuestro hermano, familiares
y amigos, Encomendamos su alma al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, para que
le conceda el descanso eterno y brille para Él la luz eterna. D.E.P.
“El Cristo de la Buena Muerte
nos ha redimido, en la fe, al precio de su sangre, de la soledad y de las
tinieblas eternas. Ya expiró la misma
vida, quedó confusa la muerte, la culpa quedó abatida…”
(Enrique Barrero González, Pregón de la hermandad de la Hiniesta 1983)
domingo, 12 de abril de 2020
Pascua de Resurrección
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quita del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -Se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las venda en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con el que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos
¡CRISTO
HA RESUCITADO, ALELUYA!
12,
IV, 2020
Este es, el
mensaje de la Pascua cristiana, la Buena Noticia que la Iglesia viene proclamando
desde hace veinte siglos; desde aquella mañana del primer día de la semana en que
Pedro y Juan encuentran vacío el sepulcro de Jesús; desde aquella madrugada en
que las piadosas mujeres que van a embalsamar su cadáver, reciben del ángel
este mensaje alentador: "No está aquí. Ha resucitado”.
Esta es la gran
noticia que la Iglesia tiene el deber de anunciar al mundo en esta mañana de
Pascua. Esta es la magnífica noticia que cambia el curso de la historia porque
significa que la vida ha triunfado sobre la muerte, la justicia sobre la iniquidad,
el amor sobre el odio, el bien sobre el mal, la alegría sobre el abatimiento,
la felicidad sobre el dolor, y la bienaventuranza sobre la maldición, y todo ello
porque Cristo ha resucitado.
La resurrección
del Señor es la obra maestra de la Trinidad Santa, “la verdad culminante de
nuestra fe en Cristo, -como nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica- creída y vivida por la
primera comunidad cristiana como verdad central, predicada por los Apóstoles como
parte esencial del Misterio Pascual, transmitida como fundamental por la Tradición y
abiertamente afirmada en los documentos del Nuevo Testamento”. Sin la resurrección,
Jesús sería el mayor impostor de la historia de la humanidad y el cristianismo
el más burdo fraude cometido jamás. La resurrección es el sello de garantía de
la persona, la obra y la doctrina de Jesús. Para nosotros es un manantial inagotable
de seguridad y confianza. Gracias a la resurrección del Señor sabemos que
nuestra fe no es una quimera y que el objeto de nuestro amor no es un fantasma,
sino una persona viva, que está sentada a la derecha de Dios.
La consecuencia
más importante de la resurrección del Señor es nuestra futura resurrección. Si
Jesús ha resucitado, también nosotros resucitaremos. El Catecismo nos dice que
después de su muerte, el Señor bajó al seno de Abrahán para liberar a los justos
anteriores a Él y abrirles las puertas del cielo. Ojalá que en esta Pascua, al
mismo tiempo que sentimos muy a lo vivo la alegría inmensa que brota de la
resurrección del Señor, experimentemos también intensamente la emoción que nace
espontánea de la aceptación de esta verdad original del cristianismo: somos
ciudadanos del cielo, al que estamos llamados y cuyas puertas nos ha abierto el
Señor en su resurrección de entre los muertos.
La liturgia de
estos días nos invita a sacar las consecuencias que la resurrección del Señor
entraña para nuestra vida cristiana: Ya que habéis resucitado con Cristo, -
nos dice san
Pablo- buscad
los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.
Aspirad a los bienes
de arriba, no a los de la tierra.
La esperanza en
la resurrección debe ser fuente de consuelo, de paz y fortaleza ante las
dificultades, ante el sufrimiento físico o moral, cuando surgen las
contrariedades, los problemas familiares, profesionales o económicos, cuando a
nosotros o a nuestros seres queridos nos visita el dolor o la enfermedad. La
esperanza en la resurrección es además fuente de sentido en nuestro devenir. Un
cristiano no puede vivir como aquel que ni cree ni espera, o en el mejor de los
casos cree que después de la muerte sólo existe la nada. Porque Cristo ha resucitado,
nosotros creemos y esperamos en la vida eterna, en la que viviremos dichosos
con Cristo y con los Santos.
Esta
perspectiva que es fruto de la Pascua, debe marcar, determinar y configurar nuestro
presente, nuestra forma de pensar y nuestro modo de vivir, sabiendo que somos peregrinos,
que no tenemos aquí una ciudad estable y permanente, pues nuestra verdadera patria
es el cielo. La perspectiva de la resurrección define e ilumina nuestra vida,
la nutre y llena de esperanza y alegría. De todo ello se privan quienes no
creen en la resurrección y en la vida eterna, artículo capital de nuestra fe.
Aspiremos a los
bienes de arriba y no a los de la tierra, vivamos ya desde ahora el estilo de
vida del cielo, el estilo de vida de los resucitados, es decir, una vida de
piedad sincera, alimentada en la oración, en la escucha de la Palabra, en la
recepción de los sacramentos, singularmente la penitencia y la eucaristía, y en
la vivencia gozosa de la presencia de Dios; una vida alejada del pecado, de la
impureza, del egoísmo y de la mentira; una vida pacífica, honrada, austera,
sobria, fraterna, edificada sobre la justicia, la misericordia, el perdón, el espíritu
de servicio y la generosidad; una vida, en fin, asentada en la alegría y en el
gozo de sabernos en las manos de nuestro Padre Dios y, por ello, libres ya del
temor a la muerte.
Este es mi
deseo para todos los diocesanos en esta Pascua. Un abrazo fraterno y mi bendición.
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Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo
de Sevilla
viernes, 10 de abril de 2020
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