San Juan 6, 51-58
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá
para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi
sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi
carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha
enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por
mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo
comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Comentario Fray Miguel de Burgos Núñez (https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/)
El texto de Juan es una elaboración teológica y
catequética del simbolismo del maná, el alimento divino de la tradición
bíblica, que viene al final del discurso sobre el pan de vida. Algunos autores
han llegado a defender que todo el discurso del c. 6 de Jn es más sapiencial
(se entiende que habla de la Sabiduría) que eucarístico. Y es que la eucaristía
debe ser para la comunidad y para los individuos, un verdadero alimento de
resurrección. Ahora se nos adelanta en el sacramento la vida del Señor
resucitado, y se nos adentra a nosotros, peregrinos, en el misterio de nuestra
vida después de la muerte. El sacramento
de la eucaristía pone al creyente en relación vital y personal con el verbo
encarnado, que nos lleva a la vida eterna.
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