jueves, 3 de diciembre de 2015

FORMACIÓN COFRADE: MADRE Y VIRGEN



"El primer momento de la sumisión a la única mediación entre Dios y los hombres -la de Jesucristo- es la aceptación de la maternidad por parte de la Virgen de Nazaret". (Redemptoris Mater nº 39). La primera venida del Señor, se realizó gracias a ella. Y por ello, todas las generaciones le llamamos Bienaventurada. 



Hoy, que prepararnos, como cada año una nueva venida los ojos de la Iglesia se vuelven a ella, para aprender, con estremecimiento y humildad agradecida, cómo se espera y cómo se prepara la venida del Emmanuel: del Dios con nosotros. Más aún, para aprender también como se da al mundo el Salvador, la Madre del Redentor tiene un lugar preciso en el Plan de la Salvación, porque " Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, para  que recibieran la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios os ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama ¡Abbá Padre! (Gál, 4, 4-6 ). Estas son palabras que celebran conjuntamente el amor del Padre, la misión del Hijo, el don del Espíritu, la mujer de la que nació el Redentor,  nuestra filiación divina en el misterio de la "plenitud de los tiempos". Desde este punto de vista formal, esta expresión indica no solo la conclusión de un proceso cronológico, sino un acontecimiento que revela que ha llegado el periodo indicado por la promesa de Abrahan, así como por la ley interpuesta por Moisés, ha alcanzado su culmen, en el sentido de que Cristo cumple la promesa Divina y supera la antigua ley. Dios envió a su Hijo "para que todo  el que crea en él no perezca sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16) y la Palabra que estaba con Dios... se hizo carne, y puso su morada entre  nosotros (Jn 1, 1.14) Así el Espíritu Santo, que ya había infundido la plenitud de gracias en María de Nazaret, plasmó en su seno Virginal la naturaleza humana de Cristo.



Así, María es la Madre de aquél al cuál el Padre ha confiado la obra de la Sabiduría. Ella será la Virgen que concebirá y dará a Luz un Hijo cuyo nombre será Emmanuel según la palabra de Isaías (C  cf 7.14). Meditemos junto a la Virgen María las palabras del mensajero divino, "Alégrate, llena de Gracia, el Señor está contigo ( Lc 1,28) pues si después del anuncio de este mensajero celestial, la Virgen de Nazaret es llamada también "Bendita entre las mujeres" (Cc 1,42) Por eso en el misterio de Cristo María está presente ya "antes de la creación del mundo", como aquella que el Padre "ha elegido" como Madre de su Hijo en la Encarnación, y junto con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de  Santidad. 


María está unida a Cristo de un modo totalmente especial y excepcional, e igualmente es amada en este "Amado" en este Hijo, consubstancial al Padre, en el que se concentra toda "la gloria de la Gracia".

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