Fiesta de la Sagrada Familia
“Bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad”
San Lucas 22, 41-52
Los padres de Jesús
solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió
doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se
volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus
padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se
pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se
volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el
templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles
preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las
respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron
atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu
padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó: « ¿Por
qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no
comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su
autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo
en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres
Reflexión: La familia vista desde el Evangelio
Es
probable que en el día de hoy los católicos escuchemos una defensa a ultranza
de la familia tradicional y un ataque frontal a las propuestas que reconocen
otras formas de ser familia. Ciertamente es un debate muy abierto y que, desafortunadamente,
se ha empleado recientemente con fines electorales en varios países. No
quisiera entrar en ese debate sino más bien ofreceros una reflexión sobre las
interpelaciones que el evangelio hace a nuestra vida familiar, sea ésta
tradicional o alternativa.
Lo
primero que debemos decir es que en los evangelios hay muy pocas referencias a
esta dimensión de la vida de Jesús de Nazaret, sin embargo, desde sus pocas
palabras podemos entresacar varias enseñanzas que podemos hacer vida entre
nosotros. El pasaje de Lucas narra el episodio de la pérdida del Niño en el
Templo y el diálogo que éste sostuvo con María y José a la hora del encuentro.
Es un momento crucial en la vida de Jesús pues ha llegado el tiempo de
“despegar” de su familia natural para encargarse de las cosas del Padre, de “hacer rupturas”, dirían algunos, para poner
en evidencia que desde ese instante no hay nada ni nadie por encima del Padre,
la “nueva obediencia” de Jesús es enteramente a la Voluntad del Padre que
implicará una nueva forma en la relación con su familia natural.
No
obstante, ante la dureza de las palabras: “por qué me buscabais? ¿No sabíais
que yo debía estar en la casa de mi Padre?”, que me imagino María y José no
alcanzaron a entender en toda su profundidad, sorprende su reacción prudente y
comprensiva. Su silencio nos revela la aceptación de un misterio que saben que
los supera pero que acogen con esperanza y confianza. La “Sagrada Familia” nos
revela en este pequeño pasaje la que puede ser una de las máximas para nuestra
vida de familia: ser familias que se esmeran en discernir cuál es la voluntad
de Dios para ellas y, con humildad y confianza, la acogen aun sabiendo que hay
cosas que no alcanzan a entender.
Apurando
un poco más el texto, me atrevo a proponeros otros valores que me sugiere la
experiencia de la familia de Nazaret:
Servidora de la vida… hoy como ayer, el amor de la familia sigue siendo
fuente de vida y, a pesar de los debates de reciente aparición, es difícil
negar su papel relevante como célula de la sociedad y como uno de los lugares
privilegiados para formar hombres y mujeres capaces de construir un mundo
distinto sobre los cimientos del amor y del servicio.
Servidora de la libertad… del texto del evangelio me sorprende la reacción de
María y José. Hay un respeto tan hondo a la libertad del Hijo que deja sin
palabras. Nuestras familias deberían ser espacios donde se pueda formar para la
libertad responsable, donde se ayude a desmontar los prejuicios que, en
especial sobre los jóvenes, tiene el mundo adulto. Formar para la libertad es
una inversión de futuro. El discurso del libertinaje, que tanto gusta a algunos
sectores, debería ser reemplazado por el de favorecer espacios para que la
juventud valore el don precioso de la libertad.
Servidora del diálogo… la familia puede ser una escuela del diálogo
respetuoso porque en ella convergen edades, sexos y sensibilidades distintas.
Es probable que una persona que ha tenido una buena experiencia de diálogo
familiar sea capaz de propiciar y respetar el diálogo social que tanta falta
hace en nuestras sociedades individualistas.
Servidora de la ternura… basta con imaginar la cara de María cuando se
reencontró con Jesús para saber que en su familia se vivía la ternura y la
comprensión. ¿Por qué nos has tratado así? le dice a Jesús, pero detrás de sus
palabras no hay asomo de violencia o dureza sino de ternura y silencio.
Todos,
aunque unos mejor que otros, tenemos experiencia de vida familiar. Sea la
celebración de esta fiesta un motivo para dar gracias por nuestras familias y
para dejarnos tocar el corazón para que esta experiencia sea cada vez más
gozosa.
Javier Castillo, S.J. Director del
Centro Loyola de Pamplona en www.centroloyolapamplona.org
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