viernes, 11 de septiembre de 2020

Formación

 

Los últimos serán los primeros

 

Fue el 19 de abril de 2005. La fumata blanca voló a los cielos de Roma, y el nuevo ocupante del sitio de Pedro, se asomó al balcón. Benedicto XVI, se presentó a la multitud como obrero de la viña del Señor. Fue inevitable que nuestro cerebro y nuestro corazón también volara a un recuerdo de nuestras catequesis de niños. Aquella parábola de Jesús, en la que cuenta la historia del propietario de la viña que, en distintas horas del día, llama a sus labriegos a trabajar. Y a la puesta de sol, entrega a todos ellos el mismo salario: un denario. Esto provocó la protesta de los más madrugadores. Pero, el denario representa la vida eterna, que el todopoderoso nos reserva a todos. Incluso llega a decir Jesús “los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos…” (Mt 19, 23-30).

La primera lección a aprender es que trabajar para el Señor, ya es un premio en sí mismo, colaborar en su obra, ya debe ser para el cristiano una recompensa.

La segunda es que la salvación es igual para todos, y por tanto, es indiferente cuando nos incorporemos al Reino de los Cielos. Lo importante es transformarse, seguir a Jesús. ¿Cómo? Amando al prójimo. Siempre por la vía del amor. Los obreros contratados después representan a los creyentes que se convirtieron después. Todos merecen la misma recompensa, dado que ambos han asumido para sí el mensaje de Cristo y la salvación eterna.

 Ineludiblemente, queda una tercera idea que completa el mensaje… y que siempre nos lleva a la misma teoría general de la humildad en la doctrina cristiana. Nadie debe ponerse el primero, ante sus hermanos, nadie está por encima de nadie. La humildad, la sencillez y la inocencia son las virtudes que más valora el Altísimo. Viene a nuestra mente, otro versículo del Evangelio, con carácter esencial… “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último y servidor de todos.” (Mc 9, 35). Una vez más Jesús nos enseña que la verdadera grandeza reside en los corazones humildes y en servir al hermano. Como decía Pedro: “Revestíos de humildad hacia los demás, porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”

Carlos Castro Arroyo

Mayordomo 2




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