Reflexión: La Caridad
en tiempos del coronavirus
“¿Qué eficacia tiene en nuestros días la energía escondida en el
evangelio, capaz de sacudir profundamente la conciencia y transformar al
hombre? (Pablo VI, Exhortación Apostólica, "Evangelii
Nuntiandi", 1975)
En poco más de dos meses, nuestra sociedad se ha visto
envuelta en una situación de crisis inesperada que afecta a la salud de las
personas, trasciende a nuestros hábitos y costumbres sociales e impacta de
manera transcendental sobre la economía. En nuestro medio, la Iglesia en general y las
hermandades y cofradías en particular estamos haciendo frente a estas nuevas
necesidades, que ponen a prueba nuestra capacidad de reacción.
Hemos asumido con responsabilidad la supresión de nuestros
cultos cuaresmales, en especial de las estaciones de penitencia, y de la vida
de hermandad presencial en nuestras iglesias y en nuestras casas. Hemos
desarrollado iniciativas para suplir estas privaciones con las posibilidades
que hoy en día ofrecen los medios digitales y las redes sociales. Se han
abierto nuevas puertas para cumplir con nuestra primera obligación que es el
culto a Dios Nuestro Señor y a la Santísima Virgen. Estamos promoviendo múltiples
iniciativas para mantener vivo el contacto con los hermanos, ofreciendo
servicios, información y formación a través de los más modernos medios
tecnológicos. Y, sobre todo, estamos dando respuesta a las necesidades de
tantas familias y colectivos que se ven abocados a situaciones de carestía y
penuria.
De nuevo, el riesgo de exclusión social ensancha sus
márgenes, abarcando a un mayor número de personas. No voy a entrar en cifras
estadísticas que, podemos consultar en páginas especializadas, pero si tenemos
que reflexionar que esta situación es el inicio de un periodo de difícil
recuperación, donde las hermandades vamos a enfrentarnos a un aumento de las
demandas de todo tipo de ayuda y colaboración, desde las más simples como la
exención de cuotas y obligaciones hasta las más complejas, buscando apoyos y
coberturas a grandes problemas sociales.
Los primeros pasos son firmes y admirables, teniendo que
reconocer el gran trabajo que estamos realizando, abordando acciones solidarias
sin limitación, priorizando la caridad que nos lleva a reconocer el rostro de
Dios en los más necesitados. Pero, la actividad social que estamos efectuando
no se agota en los servicios puntuales que estamos atendiendo con motivo de
esta crisis. Los problemas a corto y medio plazo pueden proliferar y serán más
difíciles de solucionar, por tanto necesitamos un punto de encuentro entre
todos, para revisar las acciones que estamos llevando a cabo, conocer cuáles
son las necesidades que tenemos que abordar y organizar la respuesta. No se
trata de suprimir, ni de cercenar iniciativas, sino de aprovechar todas las buenas
obras y orientarlas de manera ordenada hacía donde hacen más falta y resultan
más eficaces.
Ninguna hermandad por sí sola va a resolver todos los
problemas, y seguro que tampoco ninguna pretende hacerlo, pero si podemos estar
coordinados y preparados para llegar allí donde la caridad y la justicia social
deben estar presentes, en leal colaboración y de la mano de las instituciones
diocesanas e incluso de la administración local. Es la hora de estar unidos,
pidiendo fuerzas a nuestro Señor para hacer presente el evangelio a través de
la palabra de Dios, la formación de los hermanos y la caridad fraterna.
José Antonio Romero
Pérez.
Hermano Mayor de la
Hiniesta.
Presidente Fundación
Benéfico Asistencial del Casco Antiguo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario