Hace poco más de ochenta años no teníamos nada. Después de
una laboriosa reorganización a principios del s. XX, en poco más de treinta
años lo perdimos todo. La intransigencia y el fanatismo originaron una
situación de radicalidad que nos dejó sin nuestros bienes más preciados y sobre
todo sin nuestras Sagradas Imágenes.
Aquellos hermanos levantaron de nuevo una
Hiniesta hermosa, la que hoy conocemos. Con esfuerzo, con ilusión y
dando lo mejor que tenían hicieron grande nuestra hermandad. Vamos a vivir un
Domingo de Ramos especial, sin nuestros pasos en la calle, en unas circunstancias
muy singulares que exigen unidad y responsabilidad. Por eso este año, más que
nunca nos acordamos de los hermanos de la Hiniesta que desde la gloria admiran
la cofradía que ellos labraron y ahora disfrutamos.
Nos vamos a recuperar de estos tiempos complicados, con nuestras imágenes y nuestros pasos en San Julián, ellos no tuvieron nada y salieron adelante. Nosotros también saldremos, imitándoles en el esfuerzo, recordando su memoria, y agradeciendo eternamente su entrega. Que el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, por mediación de la Santísima Virgen de la Hiniesta los tenga en su gloria y a nosotros nos ayuden.
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