LA CARIDAD COMO EXPRESIÓN DEL AMOR DE DIOS
El auge que nuestras Hermandades han experimentado durante el
siglo XX ha repercutido de forma notoria en la promoción de una importante
labor asistencial cuyo desarrollo sigue un ritmo creciente en las últimas
décadas. Es innegable que la caridad ha desempeñado, como hemos visto
anteriormente, una importante misión en el seno de las Hermandades, pero no
puede desconocerse tampoco que la carestía en que nuestras propias
corporaciones se veían inmersas afectaba al desarrollo pleno de esta dimensión
principal de la Hermandad. Hoy las circunstancias han cambiado: no sólo por el
progreso general de nuestra sociedad y porque nuestras Hermandades han venido
consecuentemente a mejor fortuna, sino también porque el magisterio de la
Iglesia, profundamente renovado tras el Concilio Vaticano II, urge a los laicos
a una acción directa e inmediata en la propagación del Evangelio.
Fruto de
ello, los cofrades somos cada vez más sensibles y más conscientes de que
nuestro culto necesita ser autenticado en el pergamino de la vida con la tinta
de nuestro esfuerzo. Atendiendo a ello, las Hermandades desarrollan en la
actualidad una labor asistencial vigorosa que va en aumento con los años. Son
incontables los proyectos asistenciales a los que nuestras corporaciones
prestan su apoyo, bien a través de una participación indirecta, bien mediante
la implicación efectiva de sus miembros en algún proyecto específico.
La caridad como expresión concreta del amor y manifestación
privilegiada del auténtico testimonio cristiano es un testimonio activo de
nuestra fe. Es necesario derribar ese viejo prejuicio que ha llevado a nuestras
Hermandades a guardar silencio en materia asistencial, ocultando la labor que
desde nuestras instituciones se realiza continuadamente en la asistencia a los
más necesitados. Dice San Lucas que "Nadie enciende una lámpara para
esconderla o taparla con algo, sino que la pone en el candelero para que los
que entren la vean con claridad".
Las hermandades tiene que asumir con determinación esta
exhortación evangélica que nos impulsa a ser luz del mundo; una luz que no
puede ocultarse porque su ocultación causará oscuridad. Es el momento de
entender que nuestro testimonio de amor hacia el prójimo es un servicio
inestimable a la Iglesia y a Jesús, Nuestro Señor, pues como ha afirmado Juan
Pablo II en su Exhortación Apostólica Christifideles laici: "Nuevas
situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y
culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles
laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo
presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”.
Extracto de la conferencia “La Acción Social en las
Hermandades: Una Perspectiva desde la Historia y la Actualidad”. Alfonso de Julios-Campuzano,
2002.
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