La Hermandad en el siglo XVII
Apenas
se tienen noticias de la Hermandad durante la primera mitad del siglo XVII,
pero debió funcionar con normalidad y hasta gozar de un cierto esplendor como
demuestra la reducción de cofradías de 1623. Dado el número de hermandades de
penitencia existentes entonces en Sevilla y la dificultad que tenían las
autoridades civiles para controlarlas, el Consejo de Castilla ordenó que las
cofradías de la ciudad se redujeran unas a otras. Esto suponía la existente de
una cofradía principal, a la que se agregaban otras que tenían que participar
en las procesiones y actos de la primera, aunque si esta lo autorizaba podían
llevar los pasos, imágenes y cruces propios. De esta forma, las treinta y una
cofradías existentes quedaron reducidas a dieciséis. A la Hermandad de la
Hiniesta se redujeron tres cofradías: la Palma (Buen Fin), la Conversión del
Buen Ladrón (Montserrat) y la Presentación (Calvario). Pero esta situación duró
poco. Las hermandades reducidas no estuvieron de acuerdo con la medida y nunca
perdieron totalmente su naturaleza, de ahí que poco después volvieran a
recuperar su primitiva autonomía.
El
año 1649 marca un punto de inflexión en la historia de la Hermandad de la
Hiniesta. Sevilla padeció entonces una devastadora epidemia de peste en la que
murió la mayor parte de los hermanos, de manera que la corporación quedó muy
mermada desde el punto de vista económico. Como no se podía hacer frente a los
cuantiosos gastos que ocasionaban la estación de penitencia y la fiesta en la
octava de septiembre, se dejó de celebrar esta última en 1658. En consecuencia,
muchos hermanos que cifraban su vínculo en la devoción a la Virgen de la
Hiniesta Gloriosa se retiraron de la Hermandad, lo que en última instancia
derivó en la suspensión también de la estación de penitencia, que se hizo por
última vez en 1666.
En
este estado de cosas, el 17 de julio de 1667, un grupo de hermanos antiguos y
de personas que querían serlo se reunieron y acordaron encargarse de la fiesta
de septiembre y de las misas sabatinas. La reactivación del culto atrajo a más
gente, hasta el punto de plantearse redactar unas nuevas reglas porque las
antiguas constituciones de 1565 estaban ya obsoletas. La regla resultante,
compuesta por veintiséis estatutos, fue presentada a la autoridad eclesiástica
el 18 de julio de 1670, aprobada el 23 de julio del año siguiente y dada a la
imprenta.
Francisco S. Ros González
Teniente Hermano Mayor
Profesor Departamento Historia del Arte
Universidad de Sevilla
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