domingo, 11 de diciembre de 2011

Tiempo de Adviento

Hiniesta Gloriosa

El pasado 27 de noviembre, I Domingo de Adviento, comenzó un nuevo tiempo. Dentro del calendario litúrgico, se establecen una serie de ciclos o tiempos, siendo el primero de ellos el Adviento, al que siguen el tiempo de Navidad, el tiempo Ordinario, el tiempo de Cuaresma, el Tríduo Pascual, el tiempo de Pascua y finalmente la segunda parte del tiempo Ordinario. La palabra adviento proviene del latín adventus, que significa llegada, y efectivamente es un periodo de cuatro semanas, donde los cristianos preparamos nuestro corazón para la venida de Jesús. Queremos celebrar en este tiempo la triple venida de Jesús: Jesús es el que vino, nacido de la Virgen María, el que viene, hoy, en los signos de los tiempos, y finalmente el que vendrá con gloria, al final de la historia. Es Jesús ayer, hoy y siempre.
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Las grandes figuras que la liturgia nos presenta es este período son el profeta Isaías, Juan Bautista y la Virgen María que espera, prepara y realiza el adviento del Señor. En este tiempo se usa el color morado. El tercer domingo de adviento, llamado “Gaudete” = Gozo, se utiliza el color rosado, indicando la alegría al acercarse ya el nacimiento del Señor. Cf. Flp. 4, 4-5, usado como antífona propia de ese día: "Estad alegres en el señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca". Se ha de adornar con moderación el altar con flores. Además, durante este tiempo no se dice ni se canta el Gloria, pero se sigue cantando el Aleluya antes de la proclamación del Evangelio. El Adviento nos prepara a recibir a Cristo, en la Navidad; y al final de los tiempos, acogiendo su presencia real tanto en nuestra vida como sacramentalmente en la celebración. Esto es lo que hace que este tiempo se convierta en una expectante alegría; como la de la Virgen María, que esperó al Salvador con amor de madre; o como anuncio mesiánico del cumplimiento de salvación en los grandes profetas; o como la espera de Juan Bautista, que proclamó próximo al Mesías y supo reconocerlo presente en medio de los hombres.


Corona de Adviento
Uno de los símbolos importantes que nos indican este tiempo litúrgico es la llamada Corona de Adviento. En nuestra parroquia de San Julián, la podemos ver ante la mesa de altar.  La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos:            

1) El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar. 

2) Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.   

3) Las cuatro velas: Nos hace pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.        

Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia. Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.

4) El listón rojo representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

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