jueves, 29 de diciembre de 2011

In memoriam

Virgen de la Hiniesta

Termina este año 2011, con sus luces y sombras, con sus triunfos y sus fracasos, pero al igual que comenzó en familia también finaliza con este núcleo de verdadera formación cristiana. Son días entrañables, de celebraciones, de encuentros, de disfrute de jóvenes y mayores, de ilusión y de esperanza. Pero precisamente en estos días también echamos en falta a ese ser querido que se nos fue, que vivía con la misma ilusión que nosotros estas fiestas y en nuestra Hermandad, este año 2011 se nos han marchado algunos hermanos y benefactores y devotos que es justo recordar, precisamente en estos momentos donde las alegrías, las luces y el ambiente navideño nos envuelve. La Navidad es un tiempo de alegría y de recuerdo y por eso en estas líneas queremos que no caigan en el olvido nuestros hermanos D. Rafael Carbonell Naranjo, D. Enrique Román Romero, D. Diego Lencina Giménez, D. Eduardo Naranjo Bello, D. Rafael Ruíz Elvás, D. Antonio Mesa Silgo, Dª. Victoria Román Sánchez y D. Rafael García de la Borbolla y Cala. Todos ellos gozan ya de la presencia divina de nuestra Madre de la Hiniesta, todos ya están con el Mesías, el Señor, nuestro Cristo de la Buena Muerte. Igualmente no olvidamos a los padrinos de la Coronación Canónica de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, también fallecidos en este año, D. Juan Fernández Rodríguez y García del Busto y Dª. Isabel Argüeso Hortal.
La Hermandad ha querido felicitar por carta a las familias de estos hermanos para apoyarles y estar más cerca de ellos en estos días tan especiales y que por vez primera, no vivirán con sus seres más queridos. Es una felicitación agridulce pero en la que hemos querido darles un mensaje de cercanía y de esperanza. Todos están ya bajo el manto azul y plata de la Virgen de la Hiniesta. Es la mejor protección que puedan tener, el calor y la misericordia de nuestra Madre y después de presentarse ante Dios han podido disfrutar de los beneficios de la vida eterna. 
 
Rogamos a todos los hermanos que tengan un momento de recuerdo para todos ellos y que pidan por el eterno descanso de sus almas, en la esperanza de que gozan de la presencia divina del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y de Santa María de la Hiniesta, Madre de Dios y Madre nuestra.

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