Comienza el Año Litúrgico. Ciclo C
“Se acerca vuestra liberación”
San Lucas 21, 25-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
-- Habrá signos en el sol y la luna y las
estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo
del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la
ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán.
Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y
majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca
vuestra liberación.
Reflexión: Un adviento color de esperanza
“Saber que se puede, querer que se pueda,
quitarse los miedos, sacarlos afuera. Pintarse la cara color esperanza, entrar
al futuro con el corazón” (canción de Diego Torres)
Cuando desaparece la esperanza y se pierde
la ilusión, la vida languidece y pierde color y sabor. Hablamos de una esperanza activa y
dinámica, la esperanza que nos empuja siempre hacia adelante, en busca de lo
que anhelamos y esperamos y con la confianza cierta de que lo vamos a
conseguir. Cuando el corazón está lleno de esta esperanza, nos empuja hacia el
futuro, aunque las claridades de la razón sean menores. Sí, hablamos de la
esperanza religiosa, una esperanza firme y cierta desde el corazón creyente,
una esperanza valiente, que echa los miedos afuera, que entra al futuro con el
corazón. La esperanza religiosa se apoya en la fe religiosa; sin fe religiosa
nuestra esperanza se acaba y muere allí donde se cierra el horizonte
espacio-temporal en el que está enmarcada nuestra pobre y limitada vida
terrenal. Pintemos nuestra vida con color esperanza religiosa y así nuestra
vida será valiente y dinámica, capaz de saltar las barreras de nuestro limitado
vivir. Sólo así podremos celebrar el Adviento con entusiasmo e ilusión.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos,
alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Realmente estas palabras se refieren a
la segunda venida del Hijo del hombre, cuando el Mesías venga a instaurar ya
definitivamente un reino de justicia, paz y amor, en el que los justos
brillarán como las estrellas del firmamento. Pero nosotros, en el Adviento, lo
que conmemoramos es la esperanza en la primera venida del Señor Jesús, del Dios
que se encarnó en Jesús de Nazaret, en el niño de Belén. Esperamos el
nacimiento de este niño de Belén como se espera a alguien que va a venir a
liberarnos de nuestras esclavitudes y pecados. También ante esta primera venida
nuestra esperanza debe ser una esperanza activa y dinámica, color esperanza.
Por eso, tenemos que vivir bien despiertos, con la cabeza alta, oteando este
futuro cercano tan gozoso, armados de buenas obras, con el corazón lleno de
esperanza y de amor, arrodillados ante este Niño-Dios, que es débil como un
hombre y fuerte como Dios.
Gabriel González del Estad en www.betania.es
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