Sin bulla que no hay prisa, es lunes y la tarde se alarga con
el cambio de la hora. Cumplimos la rutina, entramos en San Julián y vemos los
pasos todavía intactos después de poner sus zancos sobre el suelo. Hace más de una semana y todavía retumba en nuestros
oídos la voz de los Ariza, mandando a tierra los costeros.
Empieza una liturgia, poco a poco, con la nostalgia
pellizcando el alma, va a comenzar el desmontaje de los pasos. Lentamente en
apenas unas cuantas tardes se desnuda el alma de la cofradía, la cera, las
flores, la plata, la caoba, el naranjo, los bordados antiguos. De aquí al
viernes apenas quedará más que la madera desnuda y la memoria reconfortada por
un Domingo de Ramos con aroma a cofradía grande.
Para algunos pesan los años, cirios rojos y
azules cruzando con anhelo la ojiva, rezando al Dios
de San Julián, pidiendo que por abril vuelvan a encontrarse con el rostro
cubierto de raso azul. Otros son jóvenes, se emocionan con lo vivido y con
ansias piden a la Virgen que pronto les alcance de nuevo el sueño más azul de sus vidas.
Todo comienza de nuevo. Esta tarde sin bulla que no hay prisa,
cumplimos con la rutina, volvemos a la hermandad. Mientras, se
desmonta, se guarda y se ordena el al alma de la cofradía, vamos a pedirte
Cristo de la Buena Muerte, por esta bendita hermandad y por todos sus hermanos
para que les ayude en este nuevo Domingo de Ramos que hoy comienza, que su
caminar sea alegre y liviano, que gocen de salud y bienestar, y que la Virgen de la Hiniesta siembre la
retama de la felicidad en ellos y sus familias.
Hoy comienza un nuevo Domingo de Ramos. Sujétanos fuerte
Padre, gracias por vivir lo ya vivido, y pronto a casa que todavía por las
noches hace frío.
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