Hoy celebra la Iglesia la festividad de San José, esposo de María a
quien un Ángel del Señor le reveló que la concepción de su Esposa, era obra del
Espiritu Santo. El aceptó la palabra de Dios sin réplicas. Creyó con plena
voluntad y entrega incondicional a la voluntad del Padre, porque, cuando
despertó, ‘Hizo como le había ordenado el Angel.’ (MT 1, 24).
La devoción a San José se
fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser
el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la
tierra. Durante los primeros siglos de la
Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se
veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero,
así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre
otros), ya nos hablan de San José. Según
San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo
IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena
había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.
El nombre de José en
hebreo significa "el que va en aumento. "Y así se desarrollaba el
carácter de José, crecía "de virtud en virtud" hasta llegar a una
excelsa santidad. La razón de su ejemplaridad perfectísima es el contenido de su fe y la
vivencia de su fe.
Felicitamos a todos los
hermanos y devotos de la Hiniesta que hoy celebran su onomástica.
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