Desde Navidades a hoy estamos viviendo tiempos convulsos. De
la alegría y la ilusión, a la desilusión y al desasosiego. En este periodo los
hermanos de la Hiniesta han tenido el apoyo incondicional de la Hermandad ,
tanto los necesitados económicamente como los que necesitaban el sustento
personal y espiritual. En estos días, extraños días, la Hiniesta ha estado
allí, abierta a todos y a todo. Por extraño que nos parezca, la fe en Nuestros Titulares
ha servido para hacer hermandad, para fortalecer nuestros lazos sentimentales y
emocionales, ahora somos más HINIESTA que nunca. Si antes de las Navidades lo
pudimos comprobar en el Culto a la Inmaculada, en este ultimo mes lo hemos
sentido con los Cultos a nuestro Crucificado de la Buena Muerte. Han sido, en
plena tercera ola de la pandemia, de una intensidad ejemplar. El
fondo ha prevalecido sobre la forma.
No sé que les habrá pasado a cada cual, pero nuestra
impresión es que volvemos a tiempos olvidados, a la intimidad de nuestras conciencias,
a la búsqueda de lo auténtico. Creemos que Dios, a través de Nuestros Titulares,
nos ha bendecido con su eterno consuelo y casi sin notarlo, nos ha puesto en
evidencia que la Hermandad es el puntal que sostiene a todo el barrio, a
nuestro pequeño mundo, a nuestras miserias y a nuestras virtudes. Hemos
descendido a un cuerpo a cuerpo con nosotros mismos. A plantarle cara a la vida
y a nuestras ilusiones. Con el Cristo de la Buena Muerte y con la Hiniesta nos
sentimos capaces de seguir, de luchar, de no abandonar nuestras ilusiones.
Un periodista de la ciudad decía acertadamente, que si
alguien sabe de adversidades, es precisamente la Hermandad de la Hiniesta, y
aquí estamos y estaremos. La Hiniesta, no sólo es Patrona de la Ciudad, sino
además Protectora y Bienhechora de la misma, y en Ella confiamos. Llegará el día
en que el azul de nuestras túnicas inunde de nuevo las calles, en que nos
acordemos de estos días de oscuridad y veamos que los designios del Señor son
siempre acertados.
El mes no ha podido acabar mejor. Los cultos celebrados este
año en honor al Stmo. Cristo de la Buena Muerte ha sido ejemplares y yo diría que
históricos. Sobrios y estéticamente inmejorables. Su mayor virtud ha sido
potenciar la figura del Señor, Él y su soledad se convirtieron en luz, faro y
guía. Emocionante Viacrucis y no menos emotivo Acto de Veneración. El comportamiento de
la feligresía ejemplar. El rito se cumplió con creces y nuestros corazones
latieron al unísono.
Ver a nuestro Cristo de la Buena Muerte literalmente clavado
en el crucero de San Julián será inolvidable, y paz mucha paz, interna y
externa, otra lección de vida en Su muerte. Creo que todos nos sentimos
insignificantes ante tanta grandeza, ante tanto amor, ante tanta belleza. En
palabras de Juan Ramon Jiménez , “LA SOLEDAD SONORA”
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