viernes, 8 de abril de 2016

EL AMOR EN PLENITUD

El mandamiento de amor de Dios a los hombres queda proclamado cuando Jesús nos dice “Amarás  al Señor, tu Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo”. Estas palabras de Jesús afirman la validez del Evangelio y saberlas aplicar a la vida cotidiana significa interpretar a la luz de la vida el amor de Dios. En palabras de Benedicto XVI, que nos manifiesta en su audiencia general de 2006 “El amor de Dios según San Juan” cuando nos dice como  los Apóstoles que eran amigos y compañeros de Jesús, a través de un camino interior,  aprendieron la fe en Jesucristo, no sin dificultad.
Así San Juan, como Apóstol y amigo de Jesús, nos muestra cuáles son los componentes, o mejor, las fases del amor cristiano: La fuente misma del Amor, que San Juan sitúa en Dios, proclamando con profunda intuición que “Dios es amor”.(Jn 1 4.8 16)
Y estas palabras nos llevan al Apóstol San Pablo cuando afirma que el hombre no se justifica por el cumplimiento de la ley, sino por creer en Jesucristo (Gál 2.). Así “El amor noble de Jesús nos anima a hacer grandes cosas, y nos mueve a desear siempre lo más perfecto. El amor quiere estar en lo más alto, y no ser detenido por ninguna  cosa baja. El amor quiere ser libre, y ajeno a toda afición mundana porque el amor nació de Dios.




Si queremos vivir en nuestra hermandad como nos pide San Juan, pidamos al Padre que lo vivamos aunque sea siempre de modo imperfecto, tan intensamente que contagiemos a  las personas con quienes vivimos y nos encontramos en nuestro camino.

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