El Evangelio del 1/01/2016
Solemnidad de Santa María Madre de Dios
“Y María conservaba todas esas cosas en su corazón”
San Lucas 2, 16-21
En
aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a
José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían
dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían
los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los
pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y
oído; todo como les habían dicho.
Al
cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre
Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Reflexión: La Madre de los Hijos de Dios
Para realizar la tarea de la salvación, dice Pablo, «envió Dios a
su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que
estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción». Pablo
quiere subrayar que esta tarea quiso realizarla el Padre desde abajo,
haciéndose presente, en un hombre, en el mundo de los hombres. Jesús no fue un
dios disfrazado de hombre: la suya era carne nacida de una mujer, de una mujer
pobre y sencilla en la que se fijó de manera especial la mirada de Dios (Lc 1,48),
centrando en ella el cumplimiento de todas las promesas del Señor a su pueblo.
Ella fue una mujer que, como todos los seres humanos, tuvo que
someterse a un proceso, a veces difícil, con momentos de especial dureza, como
algunos de los episodios que comentábamos el domingo pasado, para ir alcanzando
con la plenitud de la fe su propia liberación, para ir incorporando a su papel
de madre su vocación de hermana. Seguro que le resultó difícil tener que dar a
luz en un establo y acostar a su hijo en un pesebre; sin duda que se sintió
sorprendida al ver a los pastores que llegaban buscando a su hijo recién
nacido... Ella, «María, por su parte, conservaba el recuerdo de todo esto,
meditándolo en su interior».
Todo esto debemos agradecérselo a María: la aceptación de la tarea
que Dios le propuso abrió para todos el camino del encuentro con un Dios que
quiere ser Padre de todos los que acepten ser sus hijos. Y si el ser hijos
equivale a ser libres, con toda justicia podemos llamar a María, María de la
liberación... y de la paz.
¡¡Feliz Año Nuevo!!
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