LA
TRANSFORMACIÓN MISIONERA DE LA IGLESIA
En el
antiguo testamento se nos dice que Abraham aceptó la la llamada de Dios para
salir en busca de una tierra nueva. Moisés escuchó esa misma llamada, “Ve, yo
te envío”, y a Jeremías le dijo “A donde quiera que yo te envíe irás”.
El Señor nos dice “Vayamos a otra parte, a predicar también
en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido” (Mc 1, 29-39), en este
sentido nos indica el Papa Francisco que “La alegría del Evangelio” es una
alegría misionera y nuestro Arzobispo nos invita a “Ponernos
en camino” a través de las misiones populares.
La alegría de anunciar a Jesucristo es una necesidad tanto en
lugares lejanos donde nunca ha llegado su mensaje como en nuestro propio
entorno que se aleja de su palabra. Para
eso nuestra Iglesia, nuestra Parroquia, nuestra comunidad, nuestra hermandad
tienen que ser la puerta de entrada para vivir con alegría el anuncio del
evangelio y una puerta abierta desde donde Jesús pueda salir para llegar a la
periferia de los hombres.
Porque Cristo
se presenta como la puerta abierta que da acceso a la salvación, al encuentro
real con Dios.
En palabras del Santo Padre, “salgamos a ofrecer a todos la
vida de Jesucristo. Salgamos ofreciendo nuestra casa, nuestra Parroquia que
todos desearan conocer y a nadie podemos defraudar, porque nuestra Iglesia tiene que caminar siempre en presencia del Señor, y nuestros cirios tienen que
ser la luz del Señor”.
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