sábado, 19 de enero de 2013

Semana de oración por la unidad de los cristianos



El Concilio Vaticano II en su decreto “Unitatis Redintegratio” establece la unidad entre todos los cristianos como  uno de los fines principales propuestos, pues aun cuando son muchas las comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo, es única la Iglesia fundada por Cristo Señor. Hoy, en muchas partes del mundo, por inspiración del Espíritu Santo, se hacen intentos con la oración, la palabra y la acción para llegar a aquella plenitud de unidad que quiere Jesucristo. Por "movimiento ecuménico" se entiende el conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos.
Juan Pablo II, en la encíclica "Ut unum sint", invitó a todos los cristianos al "diálogo de conversión", sólo la conversión del corazón de los miembros de las todas las Iglesias y comunidades cristianas y su fidelidad al Evangelio permitirán superar los obstáculos heredados del pasado, guiándonos a la plena comunión. El "diálogo de conversión" incluye la santidad de vida y la comunión con el Señor, que es nuestro más verdadero punto de convergencia.
La oración precedió, acompaña y deberá acompañar al movimiento ecuménico hacia el hogar común, porque la plena unidad es un misterio de tal envergadura que sólo de rodillas pueden los cristianos acercarse a él. La oración por la unidad es compromiso de todo cristiano y de cada comunidad. El día en que todos los cristianos de todas las confesiones vivamos en plenitud la comunión con el Señor y aspiremos con determinación a la santidad, caerán las barreras que nos separan. No existe otro camino.

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