El pasado 11 de marzo, nos dejó nuestra querida Hija de la Caridad Sor
Bibiana Gastón Ansa. (Sor Bibi).
Aunque ha fallecido con más de 90 años, era tal su ingenuidad, candidez,
sencillez y su inocencia, que a pesar de sus años, más bien parecía una
chiquilla.
Navarrica linda, que fue enviada desde su tierra a Sevilla, más
concretamente al barrio de San Julián en la década de los 50. Ella rondaría en
esas fechas los veintipocos años.
Desde ese momento consagró su vida a dar clases a los niños más pequeños de
la guardería de San Cayetano, donde ella residía, también se encargó de dirigir
uno de los grupos de voluntariado de la AIC, (antes denominado Damas de la
Caridad), que hay en Sevilla capital, el grupo de voluntarias de San Cayetano,
labor que desempeñó hasta el final de
sus días, con una amor entrañable y una entrega hacia el más pobre desmedidas.
Este empeño en ayudar a los más necesitados y ejercer la caridad siempre con
cariño y humildad, nos lo supo transmitir a nosotras, sus voluntarias de la
AIC, de las que tan orgullosa se sentía y nos hemos sentido muy felices por
haber tenido el gran privilegio de tenerla con nosotras tanto tiempo.
Nunca la olvidaremos.
Tal es el carisma que tenía, que los alumnos que tuvieron la suerte de
pasar por sus manos, quedaban ya impregnados de un sentimiento de cariño y
afecto que era mutuo y duraría ya para el resto de sus días.
Siempre la recordaremos, cariñosa, simpática a rabiar, graciosa, casi
siempre comentando las peripecias de su gran afición deportiva: El Real Betis
Balompié por el que sentía un especial cariño.
Resulta difícil, muy difícil acompañarla al Convento y eso que sólo había
que cruzar la calle S. Julián, una vez acabada cualquier función religiosa, ya
que era acaparada continuamente por sus conocidos, para saludarla y tirarle un
poco de la lengua y así comentar asuntos en relación al Betis y al Sevilla. No
había manera de que llegara el momento de entrar al Convento.
En 1998 se le concedió la medalla del trabajó y el entonces ministro Javier
Arenas fué el encargado de imponérsela, por lo que ostentaba el título de
ilustrísima y más tarde, en el 2006, la hermandad de la Hiniesta por la cual
sentía una gran devoción, le concedió la medalla de oro de dicha hermandad, ya
que fue inestimable su ayuda durante toda su vida en todo lo que fuese
necesario. Lo mismo hizo con la parroquia de San Julián. A ella se la recurría
ante cualquier necesidad y ella con todo su amor y entrega, lo solucionaba.
Tanto la hermandad como la parroquia, sabían que la tenían a ella nada más
cruzar la calle San Julián y allí estaba San Cayetano y Sor Bibiana dispuesta a
lo fuese necesario.
La Virgen de la Hiniesta se la llevó consigo de la mano, después de estar
el fin de semana codo a codo con sus devotos, ya que estuvo de besamanos esos
dos días, pero no se quiso ir sola. Ya tenía deseos de disfrutar de Sor Bibiana
y le proporcionó lo que al final de nuestros días todos quisiéramos tener: una
Buena Muerte. En paz, tranquila, serena, sin sufrimientos, en su convento y
rodeada de sus queridas hermanas, Hijas de la Caridad como ella.
Descansa en paz y ruega ante tu venerada Virgen de la Hiniesta por todos
los que hemos tenido el gran privilegio de disfrutar de tu cariño, simpatía, dulzura
y amistad.
Un día esperamos que nos volvamos a encontrar.
DEP.
Mª del Mar Aramburu
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