sábado, 21 de febrero de 2015

Evangelio del Domingo 22/02/2105. "Convertíos y creed en el Evangelio"

Domingo I de Cuaresma

“Convertíos y creed en el Evangelio”

San Marcos 1, 12-15

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: -«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Reflexión: Un camino de conversión

El evangelio nos recuerda cómo fue Jesús quien inauguró  esta práctica de la cuaresma. Después de ser bautizado, el Espíritu Santo impulsó a Jesús a estar con Dios en el desierto.

El Desierto es un lugar en el que no hay nada de lo que un ser humano necesita para vivir. No hay agua, hace calor, y estás solo. Un lugar en el que el sufrimiento se hace presente, en el que donde puedes hacer memoria de tu historia y ver la mano de Dios impresa en ella. En nuestra vida también pasamos por momentos de Desierto, momentos en el que nos encontramos solo ante la necesidad, ante la sed incansable de Dios, en la que la fatiga de la vida, los problemas y sufrimientos se hacen más presentes que nunca. En ese momento, las tentaciones se hacen más visibles, la desesperación, la tristeza hacen presencia en nuestra vida. También Jesús en el desierto se enfrentó a las fuerzas del mal, simbolizadas en estas tres tentaciones, y como nosotros, también contó con la ayuda de Dios, simbolizada en los ángeles, que no le dejaron solo, al igual que nosotros no estamos solos en nuestros desiertos.

Marcos no comenta las tentaciones de Jesús como Mateo y Lucas. Sólo indica que empieza a proclamar la llegada del reino de Dios y que invita a convertirse y creer en el evangelio

La conversión auténtica es libre e implica un itinerario dinámico: son muchas las llamadas de Cristo, cada una más exigente en el amor, todas generadoras de una nueva etapa de crecimiento humano y cristiano. La conversión incomoda y da vida a la vez. Porque implica reformar, arrancar, dejar algo para hacer otra cosa y porque nos da vida al humanizarnos, ayudarnos a madurar, llevarnos a hacer el bien, darnos paz y gozo interior.

Convertirse es morir con Cristo para resucitar con él, al vencer el mal con el bien. Es uno de los procesos más grandiosos en la vida. Nos acerca a Dios en la oración, los sacramentos y la acción; nos fortalece en la lucha contra el mal y nos ayuda a dar frutos buenos. Como este proceso dura hasta la muerte, tenemos un sinnúmero de oportunidades de amar y de crecer.
¡Anímate a recorrer un camino de conversión esta cuaresma!

Franciscanos de Chipiona en http://www.abriendocaminos.es/compartir-la-palabra/primer-domingo-de-cuaresma

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