viernes, 25 de junio de 2010

Defensa de símbolos religiosos cristianos


El pasado 24 de junio la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española hacía la siguiente declaración en favor de los símbolos religiosos cristianos, ante la próxima resolución de la Corte europea sobre símbolos religiosos y la puesta en marcha por el Estado español de la Ley de libertad religiosa:
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Ante la inminente resolución de la Corte europea sobre la exposición de símbolos religiosos en las escuelas estatales, los obispos de la Comisión Permanente han aprobado una Declaración en la que destacan “la importancia de la cuestión para las convicciones religiosas de los pueblos y para las tradiciones culturales de Europa”. En el texto, recuerdan que “gracias precisamente al cristianismo, Europa ha sabido afirmar la autonomía de los campos espiritual y temporal y abrirse al principio de la libertad religiosa, respetando tanto los derechos de los creyentes como de los no creyentes”.

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La Declaración subraya cómo “la presencia de símbolos religiosos cristianos en los ámbitos públicos, en particular la presencia de la cruz, refleja el sentimiento religioso de los cristianos de todas las confesiones y no pretende excluir a nadie. Al contrario, es expresión de una tradición a la que todos reconocen un gran valor y un gran papel catalizador en el diálogo entre personas de buena voluntad y como sostén para los que sufren y los necesitados, sin distinción de fe, raza o nación”. Además, precisan que “en la cultura y en la tradición religiosa cristianas, la cruz representa la salvación y la libertad de la humanidad. De la cruz surgen el altruismo y la generosidad más acendrados, así como una sincera solidaridad ofrecida a todos, sin imponer nada a nadie”.

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Los obispos afirman que “las sociedades de tradición cristiana no deberían oponerse a la exposición pública de sus símbolos religiosos, en particular, en los lugares en los que se educa a los niños. De lo contrario, estas sociedades difícilmente podrán llegar a transmitir a las generaciones futuras su propia identidad y sus valores”. “Sólo en una Europa en la que sean respetadas a la vez la libertad religiosa de cada uno y las tradiciones de cada pueblo y nación, podrán desarrollarse relaciones adecuadas entre las religiones y los pueblos, en justicia y en libertad”, concluye la Declaración de la Permanente.


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