jueves, 12 de diciembre de 2013

El tiempo de la espera

Segundo domingo de adviento y magnífica Función de la Inmaculada.  Con un altar maravilloso, solemne y  sencillo, con el encanto de la priostia de San Julián. La Parroquia repleta de hermanos que en la fría  mañana de diciembre mantienen la tradición de rendir culto conforme a nuestras reglas y, representados por la Junta de Gobierno, renovar el voto a la Inmaculada Concepción de María. A su finalización, la distinción que merecen los hermanos que durante 50 y 25 años han permanecido fieles a la Hiniesta. Un noble reconocimiento para compartir en familia. Un orgullo y una responsabilidad enorme para este hermano mayor entregar estos diplomas de reconocimiento a personas que han sido durante años referentes de nuestra corporación, ¿verdad Paco?.

Después, inauguración del Belén artístico. Este año podemos disfrutar de una auténtica obra de arte que recuerda la venida de nuestro Redentor al mundo. Gracias Luis. Aquí tienes tu casa Lola.

Luego, la zambomba benéfica. Por segundo año un rato de confraternización por una buena causa. Todos los hermanos de la Hiniesta tenemos que estar orgullosos de una obra social comprometida con las necesidades de nuestros tiempos, y con las puertas siempre abiertas.

Y en esto que me acordé de aquel dicho de José Manuel Hevia, el de los “malos mengues”, el del malaje y la apatía tradicional, los hados de la fatalidad. Pero será coincidencia o tal vez la casualidad que el día de la Inmaculada, el duende azul y plata sobrevoló la plaza y vino a posarse a nuestra casa. Valores como la familia, la amistad, la tradición de la navidad, el embrujo más sevillano, y el compás de San Julián se dieron cita en la Hiniesta. Villancicos tradicionales, toná flamenca, estribillos, sevillanas, al más puro estilo de nuestra tierra en una tarde con el encanto de la alegría y la unidad de los hermanos de la Hiniesta.

Hoy, día 12 de diciembre, cumplimos tres meses de espera. Qué adviento más largo vamos a tener este año aguardando el regreso de nuestra Madre.  Mientras tanto, vamos a aprestarnos a vivir de forma sencilla, en paz y con el gozo de ser de la Hiniesta estos días previos a su llegada. En el recuerdo aquellos que gozan de su presencia eterna, solidarios con los que sufren por enfermedad o por las carencias y desigualdades de estos tiempos. Necesidades que no siempre son materiales, que son también morales y anímicas. Vamos a procurar entre todos que ese duende azul y plata mantenga el sino de la armonía en San Julián. Ser capaces de dar un abrazo reconfortante a quien lo necesite, compartir el júbilo del nacimiento de Nuestro Señor y anhelar su regreso. Unidos y alegres en el corazón de la hermandad, así te estamos esperando, Virgen de la Hiniesta Dolorosa.

José Antonio  Romero Pérez
Hermano Mayor

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