Hoy domingo, 28 de noviembre, comienza el tiempo litúrgico denominado Adviento, con el que de nuevo, el ciclo de la liturgia tiene su principio con estas próximas cuatro semanas a partir de hoy, donde los cristianos nos preparamos para la venida del Mesías, de Jesús, que nació de la Virgen María y que viene hoy, en los signos de los tiempos, para finalmente venir con gloria.
Los romanos denominaban adventus (llegada) al tiempo de preparación de la visita de algún personaje importante (un rey o un general victorioso); para nosotros ese personaje es Jesús. Y aunque cuenta con muchos siglos que existencia, es el más moderno de los tiempos litúrgicos fuertes, el último en formarse allá por el siglo V. A lo largo de la historia su duración ha venido oscilando entre tres y seis semanas. Las vigentes Normas sobre la ordenación del calendario litúrgico establecen su duración en cuatro semanas y fijan su comienzo el domingo más próximo al 30 de noviembre. Es tiempo de alegría contenida, de espera activa y de preparación espiritual.
El color propio de este tiempo litúrgico es el morado, salvo en el tercer domingo, en el que se utiliza el color rosado, es el domingo de Gaudete (Gozo), indicando la alegría al acercarse ya el nacimiento del Señor: "Estad alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca." Antífona, cf. Flp. 4, 4-5.
Este período de tiempo nos invita a rezar, a estar un rato con Dios, como nos recuerda hoy el Papa Francisco con sus palabras: “es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón. Especialmente cuando sintamos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas. Despierta el alma del sueño y la centra en lo que importa, en el propósito de la existencia”.
“Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones" Ven, Señor Jesús. Este tiempo de preparación a la Navidad es bello, pensemos en el pesebre, en la navidad y digamos de corazón, Ven, Señor Jesús, ven. Ven Señor Jesús, es una oración que podemos decirla tres veces todos juntos". Repitamos esta oración a lo largo del día: ¡el ánimo permanecerá vigilante", y pidamos siempre a la Virgen que nos acompañe en este camino.