sábado, 10 de julio de 2021

Con la fortaleza del corazón


 

"El verano es la época del año en la que hace demasiado calor para hacer las cosas que no hacías en invierno porque hacía demasiado frío."

Mark Twain


     Ella nunca pasa desapercibida del todo. Es verdad, que a veces está ahí y casi no la miramos… Pero, tiene el impulso de la verdad con ella. La fortaleza del corazón. En el templo vamos buscando al Cristo de la Buena Muerte para rezarle, pedirle por los nuestros,  por nuestras cosas, y sentimos su presencia a su lado, pero no deparamos en su compañía. Es en el paso donde cobra toda su importancia.  Y lo hace renunciando al protagonismo. En la víspera de la salida nos asombramos con la escena. Llorosa y suplicando un porqué, un rayo de esperanza. Nos entretenemos en intentar captar la imagen de la faz de nuestro Cristo enmarcada en la circunferencia de su aureola. Y es en el Domingo de Ramos cuando deslumbra y conmueve a Sevilla… En la tarde, en la noche, en la madrugada.  Los ojos clavados en el Maestro. Desalentada, el rostro angustiado y el alma rota, el pie izquierdo descubierto, la mano derecha abierta e interrogante y la izquierda sintiendo latir intenso el corazón. No se le ha ido un referente. No. La vida propia y lo que la sustenta penden de esa cruz. Suena el Arahal de fondo, suspira San Julián y la cuadrilla de costaleros  que porta a nuestro Cristo dormido, pasea el amor más puro por la ciudad milenaria.  

    Es María Magdalena. Se sabe poco de ella, y su biografía está rodeada de misterios, leyendas, divagaciones y rumores… Como tantas veces erró y maldijo el humano a lo largo de la historia.

   Lo que sí sabemos es de su fe inquebrantable. Fue conocer al Señor y seguirle. Sin barreras, sin límites, porque no hay obstáculos para el amor verdadero. Incondicionalmente. Lección, ejemplo… La fidelidad no sabe de persecuciones, no sabe de peligros. Amar es estar y estar es acompañar,  y es acudir y es confiar… Por eso, cuenta  Evangelio que Jesús se le apareció resucitado a ella en la mañana del Domingo. 

    Tenemos el tesoro de tener una imagen que representa de forma prodigiosa lo auténtico de su espíritu, la verdad de su mirada.

   Es nuestra titular, y en estos días del calor del mes de julio no la olvidamos, porque de forma indicada, como marcan nuestras reglas, el día veintidós es ella la protagonista. Celebramos su Función.

    Es verano en San Julián.

    Es tiempo de estío. Y ya es tradición… Muchos de los nuestros se van. Sí, nuestros niños y niñas se irán de campamento, otra vez.



    Hace cinco años no existía, un sueño se hizo realidad y fue posible por la entrega de una persona, que puso todo el empeño y el esfuerzo para que ello se cumpliese. Ella lo consiguió. Del mismo modo: con fortaleza en el corazón, con la autenticidad con la que se ama sin condiciones, con la magia con la que se logran las cosas imposibles, y con el apoyo de algunos locos que no desertaron. Y se hizo realidad y se alcanzó la meta, incluso en los momentos difíciles a los que este inesperado destino llevó al mundo, trabajando sin dudas, sin desmayo de errores.

    Este año lo retoma una Diputación de Juventud, nueva, llena también de ilusión, de buenas maneras,  de esperanza,  de corazón abierto, de saber estar,  de trabajo,  de valores, y de hermandad… Y un ángel en el cielo -que se llama Jesús- disfrutará como nadie el momento, con su gente, e incluso echará algún cable para seguir -siempre- en el camino marcado.

   Después llegará tiempo de cerrar nuestra casa, de despejarnos, descansar, desconectar en el término de moda.

    Mas será un istmo hacia el reencuentro,  al revirar el calendario llegaremos a los días de Ella. Días de rosas blancas… De aniversario de nuestra Dolorosa,  de Gloriosa en el Altar Mayor. De Triduo y Función Votiva. De acción de gracias,  ¿por qué no decirlo? ¿por qué no soñar verla en su paso por el barrio, como la vieron los antiguos por septiembre? ¿O en procesión extraordinaria,  celebrando que esta pesadilla ha terminado? Y que estamos con Ella. Siempre juntos…

   Pero nuestra ilusión será aún más grande. La inmensa ilusión de las cosas sencillas. A la vuelta del verano,  avistaremos un horizonte nuevo y antiguo. Un nuevo curso con el anhelo de un niño, con el ánimo de siempre, y a la vez,  con la expectación de las cosas nuevas… Soñar con una exaltación de la Navidad,  con convivencias de viernes, con una Casa Hermandad llena de niños y niñas esperando a los Reyes Magos, con una noche de Vía Crucis por las frías calles de enero, con un jueves de retranqueo,  con Hiniesta de Peralto, con una saeta en la calle, con una petalada en el Corpus.

      Con la inmortal secuencia del latir azul y plata. Con nuestra fe. Con la ayuda de Dios y la mediación de María. Con el azogue inmaterial del ejemplo de los que nos precedieron. Con la fortaleza del corazón. Porque, como decía el Principito, sólo se puede ver con él y lo esencial es invisible a los ojos. Y en la Hiniesta lo sabemos: Nada, absolutamente nada, es más fuerte que el amor.

 

Carlos Castro Arroyo

Secretario Segundo 


No hay comentarios: