jueves, 21 de mayo de 2020

Jueves de la Ascensión del Señor

 Muy cercano el día del XLVI aniversario de la Coronación Canónica de nuestra titular la Santísima Virgen de la Hiniesta, en su advocación Gloriosa,  me pide nuestro Hermano Mayor que escriba una semblanza de lo que supuso aquella efemérides. Aún, sin ser yo, persona de pluma fácil emprendo con gusto el encargo.

Recuerdo con mucho gozo, a pesar de los cuarenta y seis años transcurridos, la ilusión y la alegría que reinaba en nuestra Hermandad, había un hándicap que superar pero había muchísimo interés y unas enormes ganas de trabajar, … la maquinaría estaba muy bien engrasada.

Tendría que empezar por decir que el impulsor de la Coronación fue  D. Amado de Miguel Sánchez,  que entró de Hermano Mayor en la Junta de Gobierno con este proyecto. Ya que aunque el Breve Pontificio había sido concedido en 1959, quince años antes, la Coronación era una asignatura que la Hermandad tenía pendiente y así lo entendía él.



D. Amado de Miguel fue el impulsor de la Coronación, pero el alma mater y artífice, a mi entender,  fue D. José Manuel Hevia, fue un hombre con una capacidad organizativa increíble, era una máquina de pensar, no olvidaba detalle de nada, todo lo tenía pensado  y controlado hasta el más mínimo detalle.

Fueron muchos actos y cultos los que se organizaron, pero José Manuel (cómo todos le decíamos) estaba en todo, se hizo una Semana Mariológica, con  un ciclo de seis conferencias, relativas a nuestra Virgen, aunque sólo se celebraron cinco debido a la caída de un conferenciante, sin que la Hermandad tuviera tiempo de sustituirle, éstas se celebraron en varias instituciones muy punteras de la Ciudad,  con conferenciantes de gran talla oratoria. 

Importantísimo fue el pregón que pronunció el día 19 de mayo,  en el Teatro Lópe de Vega, el Reverendo Sacerdote Jesuita D. Ramón Cué Romano. Para decir su pregón sólo llevaba escrita una pequeña cuartilla, en la que llevaba escrito exclusivamente los puntos que iba a tratar, y de esa cuartilla y de su magnifica memoria y su gran dote de orador nos deleitó con un pregón que ha quedado para la historia.

Con anterioridad, concretamente el día siete de diciembre de 1973, se hizo una función extraordinaria para la proclamación del Breve Pontificio de la Coronación, haciendo al día siguiente, día de la Inmaculada Concepción, una procesión por el barrio con nuestra amantísima Titular, en esta ocasión fue la primera en que los costaleros eramos mayoritariamente hermanos y otros muy afines con nuestra Hermandad. 

Tras los actos previos que se organizaron y, ya centrándonos en la Coronación, lo primero fue el traslado de la Santísima Virgen a la Catedral en Rosario de la Aurora.

Tras el traslado y en los tres días siguientes y previos al día en que fue coronación de nuestra Titular, se celebraron diversas misas matinales y vespertinas, así cómo un triduo preparatorio ante el monumental altar, que para la ocasión se montó en el trascoro de la Santa Catedral. Las homilías del triduo estuvieron a cargo de los obispos D.  José María Ciralda Lachiondo, Obispo de Córdoba; D. José Antonio Infantes Florido, Obispo de Canarias y D. Antonio Montero Moreno, Obispo auxiliar de Sevilla, cada día del triduo fue dedicado a un tema, recuerdo que uno de los días fue dedicado a la juventud y tuvo una enorme afluencia de jóvenes.

Y tras el triduo preparatorio llegó el bendito jueves 23 de mayo, día de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo a los Cielos, ese día la Virgen, que había estado presidiendo el altar en su baldaquino a una gran altura, altar monumental, en el que emplearon los mejores objetos de culto de la Catedral, y entre profusión de flores y cera, fue bajada a una altura mas cercana a todos los fieles y, mas apropiada para recibir la corona que con tanto cariño su Hermandad y Sevilla querían para Ella, y para facilitar que el Señor Cardenal, Don José María Bueno y Monreal, pudiera poner esa corona sobre sus benditas sienes, dejando arriba, en el baldaquino un gran centro de flores.  La Catedral estaba radiante, se habían puesto todas las colgaduras de la zona del trascoro, y llena a rebozar de fieles para participar en el acto, también muchas representaciones, entre ellas, Colegios profesionales, Instituciones Civiles, Militares, Hermandades, el Excmo Ayuntamiento bajo mazas, hermanos de nuestra Hermandad, hermanas ataviadas con mantilla española y, muchísimos fieles en general.

La misa de Pontifical, de una gran belleza, fue la Misa de la Coronación de W.A. Mozart, también fue cantado el Ave María de Victoria y distintos motetes por el Coro Universitario de Sevilla y la Coral de Valverde del Camino, contando con solistas, soprano y tenores, la escolanía de la Virgen de los Reyes, y la Orquesta Filarmónica de Sevilla, bajo la dirección del maestro D. Luis Izquierdo.



El señor Cardenal pronunció una homilía muy cariñosa. Llegado el momento de la Coronación se acercaron los padrinos que fueron el Alcalde de Sevilla y su esposa, a la sazón D. Juan Fernández García del Busto y Dª María Isabel de Argüeso, portando la corona de la Virgen y dos Seises de la Catedral portaban la corona de su  Bendito Hijo.

Faltaba un momento para llegar al cenit, que llegó cuando el Cardenal subió al lugar adecuado en el altar dónde se encontraba  Nuestra Señora, y procedió, coronando primero al Hijo, y seguidamente, coronó a Nuestra bendita Madre de la Hiniesta, tras ello el señor Cardenal inició una ovación que fue seguida por todos los asistentes, mientras, a su vez, sonaban todas las campanas de la Giralda, y las lágrimas de emoción se veían resbalar por muchísimas mejillas. Un momento apoteósico.


Tras esta apoteosis, nos quedaba otra, el regreso a San Julián con nuestra Virgen Coronada, comenzó la procesión de regreso se inició visitando a la Patrona de la Archidiocesis, Ntra. Sra. de los Reyes, y después de salir de la Catedral por la puerta de San Miguel, el cortejo se dirigió a la Plaza de San Francisco, allí el Excmo. Ayuntamiento había preparado un estrado, dónde se colocó el paso de Nuestra Señora, procediendo el Alcalde de la Ciudad en nombre de la Corporación Municipal a la consagración de la Ciudad a la Santísima Virgen de la Hiniesta,  le hizo entrega del bastón de Alcaldesa,  y tras ello hubo una suelta de palomas que resulto muy bonita. También, se le impusieron a los estandartes de las hermandades que nos acompañaban, la medalla de la Coronación, como anécdota, recuerdo que se dio al paso una levantá a pulso que duro todo el tiempo que dura la marcha Corpus Christis. Una vez terminado el acta en esta plaza, se despidieron las numerosas hermandades que nos acompañaron ese glorioso día, continuando seguidamente la procesión de regreso acompañado por una multitud de personas, reinaba la alegría, las  marchas marchas sonaban una tras otra, y sin darnos cuenta nos fuimos acercando a su Casa, a San Julián, pasando previamente por la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz y otras iglesias.

Quiero hacer constar que dejo muchas cosas en el tintero, pero he querido extractar y quedarme en lo más importante para no hacer excesivamente larga esta reseña.

Al terminar, me acuerdo de las anécdotas que se vivieron, que no fueron pocas, y de que en todos estos actos y cultos que se hicieron llevaban consigo una gran dosis de convivencia y, cercanía entre todos, dónde como antes he dicho reinaba la alegría y el buen rollo, cómo ahora se dice.

Termino, rogándole a nuestra Bendita Madre de la Hiniesta que, cómo Patrona y Protectora nos libre de esta pandemia.

Marcelo Ángel Gordillo.
Prioste de la Coronación.

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