jueves, 21 de mayo de 2020

Formación



Y CUARENTA DÍAS DESPUÉS, JESÚS ASCENDIÓ A LOS CIELOS

A la derecha del Padre. Jesús en cuerpo y alma sube a los cielos, es decir a la gloria, que es la casa del Padre. Así lo dice, no sólo nuestra oración del Credo, sino las propias escrituras, pues en ellas nace y de ellas se deriva nuestro catecismo. Desde el Antiguo Testamento, ya se cuenta que el pueblo judío espera un Mesías que ocupe ese puesto. En el Salmo 110, David dice que “El Señor le dice a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos como estrado de tus pies”. En el Nuevo Testamento, se cuenta como Jesús asciende a los cielos. Primero, se narra en el Evangelio de San Marcos: “Después de hablarles, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios” (Mc 16,19). San Lucas afirma que “Luego los llevó hasta Betania, y levantando sus manos los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo” (Lc 24, 50-51). Y por último, en el libro de los Hechos de los Apóstoles:  “cuando había dicho estas cosas, mientras lo observaban, fue levantado, y una nube lo sacó de su vista … Luego regresaron a Jerusalén desde el Monte llamado Los Olivos, que está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo” (Hechos 1: 9,12).

Aunque no hay mucha contradicción entre Betania y el Monte de los Olivos (Jerusalén), pues aquella se encuentra en la ladera del Monte y a sólo tres kilómetros del mismo; sí es cierto que cierta tradición cristiana también sitúa la Ascensión en Galilea, en la cercanía del Lago Tiberiades, después de la aparición de Jesús resucitado a los Apóstoles en la orilla, cuando regresaban sin éxito de la jornada nocturna de pesca. Pero, es posible que esta teoría nazca simplemente de tomar aquella escena como el último encuentro del maestro con sus discípulos.

En cualquier caso, el fundamento bíblico de la Ascensión es incuestionable. Nótese la diferencia con la Asunción de la Virgen María. Jesús asciende por sí mismo, en cambio, la Virgen es asunta por la fuerza de la Santísima Trinidad, momento que celebramos los católicos cada año el quince de agosto.

Tradicionalmente, la Iglesia ha celebrado esta festividad, de la subida de Jesús al cielo, un día como hoy, jueves de la Ascensión. Cuarenta días después de la resurrección. Y así continúa hoy celebrándose en gran parte de Europa y otros países del mundo, incluso como día no laborable (Francia, Dinamarca, México, Alemania, Indonesia…). En España, se trasladó al séptimo domingo de pascua, es decir al día festivo que cierra esa semana.


Para concluir, citamos las palabras del Papa Francisco en la catequesis del año de la fe: “Mirar a Jesucristo, que asciende a los cielos, es una invitación a testimoniar su Evangelio en la vida cotidiana, con la vista puesta en su venida gloriosa definitiva.
Carlos Castro Arroyo
Mayordomo Segundo



Misterio de la Ascensión del Señor, Retablo Mayor de la Catedral de Sevilla.

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