jueves, 30 de abril de 2020

Formación

 Tiempo de luz. La luz del Resucitado
 
Desde la noche de la vigilia pascual los cristianos entramos en el tiempo de Pascua. Son cincuenta días en los que celebramos el corazón de nuestro credo y de nuestra fe. La resurrección del Redentor. Recordamos, en primer lugar, el tiempo que Jesús permaneció con sus discípulos antes de ascender a la Casa del Padre, y lo prolongamos hasta el día en que celebramos la venida del Espíritu Santo a los apóstoles, ya sin Él y reunidos con María Santísima, para darles la fuerza, la sabiduría, el valor y la fe para evangelizar al mundo.

Tanta importancia tiene para la Iglesia que fue la primera fiesta que celebraron las primeras comunidades cristianas, dado que la celebración de la Navidad no se incluiría en nuestro calendario hasta el siglo IV.

El primer domingo de Pascua es, pues, el Domingo de Resurrección. A partir de ahí celebramos cinco domingos más (ahora, nos encontramos, pues, a mitad del ciclo) y el jueves posterior al domingo sexto se ha llamado, durante siglos, Jueves de la Ascensión. Hoy su celebración, al no ser día festivo, se ha pasado al séptimo domingo de Pascua. Y siete días más tarde la Iglesia recuerda la llegada del Espíritu Santo, con la solemnidad de Pentecostés (Etimológicamente, quincuagésimo día después de la Pascua).

El signo más importante de este periodo es la presencia del cirio pascual. Signo de la luz de Cristo Resucitado. Otra señal importante es el color blanco de los ornamentos, que alude también a la luz que preside este tiempo.
En nuestro interior, el tiempo de Pascua debe hacer renacer la esperanza que el Señor nos regala, con el sacrificio de su pasión y muerte, con su redención, con el perdón de su misericordia infinita, y con su victoria sobre la muerte. Es tiempo, pues de conversión, de alegría, de renovación del compromiso bautismal y de renacimiento de la Caridad de Dios, por muchas dificultades que podamos estar atravesando. En este sentido conviene recordar las palabras del Papa Francisco en la vigilia pascual del pasado año:
“En medio de nuestros silencios, cuando callamos tan contundentemente, entonces las piedras comienzan a gritar y a dejar espacio para el mayor anuncio que jamás la historia haya podido contener…«No está aquí, ha resucitado». Fue la piedra del sepulcro la primera en saltar y a su manera entonar un canto de alabanza y admiración, de alegría y de esperanza”.
Qué brille la luz del Resucitado entre nosotros, y anunciemos al mundo la vida nueva que Jesús, con su Buena Muerte y su Resurrección, nos concede. Una vida de amor a Dios y amor al prójimo con la confianza de la vida eterna que nos espera después de la muerte.


Necrológica

Lamentamos comunicar el fallecimiento de NH Dña. LUISA MARÍA VÁZQUEZ ÁLVAREZ, casada con NH D. Eduardo Aragón Cruz. Matrimonio muy vinculado a la vida de hermandad, habituales en nuestros cultos, y pertenecientes al grupo de belenistas.



Expresamos nuestro más profundo pesar por tan sensible pérdida a sus familiares y amigos, en especial al querido hermano Eduardo, siempre amable y colaborador. 

Elevamos una oración a la Santísima Virgen de la Hiniesta para que por su mediación alcance la gloria eterna del Señor en su advocación de la Buena Muerte. Brille para Ella la luz perpetua y que su alma descanse en paz.




miércoles, 29 de abril de 2020

El Coro de la Hiniesta


“SAN JULIÁN ES MI BARRIO Y A BARRIO HUELE”


En los primeros años de la década de los setenta, antes de la coronación de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, se creó en la hermandad un coro para cantar en los cultos de la hermandad. Dirigidos por Fray Tomás García Torres  O. F. M. Cap. los componentes del grupo joven de la época se integraron mayoritariamente en este proyecto con la ilusión de servir a la hermandad a través de una actividad  tan atractiva como la música. La lista de miembros fundadores y primeros componentes es extensa, con nombres señeros en la historia contemporánea de la hermandad. Todos formaban un grupo joven pujante y pionero en el ámbito cofrade de la época, vivieron un acontecimiento tan singular como la coronación de la Santísima Virgen y participaban con intensidad en todos los eventos que por entonces se organizaban. El coro ensayaba en la cripta y en los vestuarios de las antiguas “Escuelas Profesionales Virgen de la Hiniesta”, con sus voces daban esplendor a los cultos y animaban los actos propios de aquellos tiempos.

El Coro de la Hermandad de la Hiniesta cubrió una amplia etapa de nuestra historia con los cambios de componentes propios de una etapa tan incierta como es la juventud. Al cumplirse los dieciocho años, tuvieron la fortuna de grabar un disco de sevillanas que marcó un hito en Sevilla. Nuestro hermano José Manuel Hevia en un artículo del Boletín de Enero de 1989, bajo el título “NUESTRA GRAN ILUSIÓN”, glosaba aquella grabación como la merecida recompensa a los “18 años de existencia, trabajando incansablemente para nuestra hermandad”.

El disco titulado “VAMOS A CANTAR… POR SEVILLANAS”, se presentaba con una fotografía de portada debida a Emilio Sáenz que reproducía una instantánea del cielo de Sevilla en una noche de feria, iluminado por farolillos y la portada al fondo.  En la contraportada las fotografías de nuestros escudos, y debajo otra, realizada por nuestro hermano Antonio Sobrado,  en la que figuraban los componentes del coro en el patio de acceso a nuestra casa de hermandad, bajo el azulejo de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa.














Con la inestimable colaboración de nuestros  hermanos  Manuel y Bruno Marvizón, y de los  reconocidos autores  Luis Baras y el P. González de Quevedo S.J., se realizó aquella grabación editada por “Senador”, compuesta por ocho sevillanas, en la cara A figuraban: “Vaya salero”, “Alegría en la Rocina”, “Vámonos a la feria”, “Barrio de Santa Cruz”, y en la cara B: “Y por Sevilla Camina”, “Yo no quiero ser de Almonte”, “El Cantarillo” y “San Julián”.  Ésta última composición, dedicada al barrio y a la hermandad, se iniciaba con la letra que encabeza este artículo y es recordada con especial cariño por todos los hermanos que todavía tararean su estribillo:

“Pero el Domingo de Ramos mi barrio que está dormido se despierta, para llevar en sus hombros a mi Virgen de la Hiniesta”.

Nuestro agradecimiento a los hermanos José Manuel Hevia, Luis Ruiz Franco, Luis Salgueiro, Mª Carmen Hucha, Ana Lobo, y Manolo Marvizón, por su contribución a este artículo.

martes, 28 de abril de 2020

Formación en acción social

ANTE LA NUEVA SITUACIÓN DE CRISIS

En los últimos días a través de los medios de comunicación y redes sociales, los hermanos tenemos conocimiento de las diversas acciones que la Hiniesta está llevando a cabo con motivo de la situación de alerta sanitaria en la que nos encontramos, con consecuencias graves en la situación social y económica de muchas familias. Agradecemos a todos estos medios su interés por difundir el trabajo que realiza nuestra Diputación de Obras Asistenciales, poniendo en valor la importancia del “proyecto Caridad Madre Hiniesta” que en la actualidad se ha convertido en una prioridad para la Junta de Gobierno.
Al hilo de estas palabras queremos compartir una reflexión sobre cómo en nuestro ámbito cristiano y cofrade se debe de gestionar una acción social para cumplir con el estimable propósito de dar una respuesta eficaz a las diferentes situaciones de necesidad que van a surgir a partir de ahora.
En primer lugar nos tenemos que plantear que estamos en los inicios de una situación de dificultades económicas para muchas familias, que no sabemos cuánto tiempo va a tardar la recuperación y por tanto tenemos que trabajar pensando en el largo plazo.




Partimos de un objetivo prioritario básico la asistencia personal, tenemos otro objetivo final la promoción social de los afectados, y entre ambos un objetivo común en todo el proceso, la justicia social como criterio de nuestro espíritu de servicio y acción solidaria.
Por tanto tenemos que asumir una acción a largo plazo que no puede limitarse a acciones esporádicas, aisladas y circunstanciales sino que necesita una labor vigorosa potenciando los proyectos ya existentes, creando nuevas líneas de acción y siempre buscando la implicación de las personas. Debemos aprovechar todas las posibilidades a nuestro alcance para convertir nuestra providencial “piedad popular” en un instrumento poderoso que sirva de auténtico testimonio del amor de Dios a los hombres.
En la actualidad todas las hermandades tienen consolidada la acción social como elemento propio de su vida de hermandad, ahora nos toca dar un nuevo paso adelante considerando que en los próximos meses vamos a ver un incremento sustancial de los índices de pobreza y un empeoramiento de las condiciones de vida. Para hacer frente a estas situaciones no sólo debemos consolidar la labor actual, tenemos que afrontar a un reto, atender con garantías las nuevas necesidades.
En la firme determinación de bien común debemos identificar situaciones de riesgo y exclusión novedosas, planificar las acciones necesarias para abordarlas y coordinar la actividad. Es la hora de la solidaridad como apoyo incondicional a situaciones comprometidas y difíciles, pero también de la caridad como virtud suprema que manifiesta y a la vez consolida, la fe a través de nuestro testimonio.

lunes, 27 de abril de 2020

Las Sevillanas y la Feria

De la mano de NH JAVIER MONTIEL GUERRA gran estudioso e impulsor del mundo de las Sevillanas, traemos este artículo sobre las Sevillanas y la Feria en estas fechas donde estamos sufriendo una primavera huérfana de fiestas y tradiciones.
       "No voy a  entrar en profundidades sobre el origen de las Seguidillas o Sevillanas porque eso daría para otro libro, pero yendo a lo básico, de los corrales de vecinos surgieron las conocidas “Sevillanas Corraleras”, que eran las propias vecinas las que se encargaban de cantarlas para amenizar sus labores cotidianas como lavar, fregar, cocinar, cocer… el contenido de estas sevillanas no eran otros más que vivencias y anécdotas que sucedían del día a día en el “Corral”, sirva de ejemplo María la Morena puso un potaje, lo tire al pozo, o Mi novio es cartujano, Sevillanas que no suelen faltar en las casetas de nuestra  Feria de Abril.
      La copla por Sevillana es sin duda la banda sonora de la Feria de Abril, algunas veces compartida con orquestas que interpretan temas poco acordes y de mal gusto (afortunadamente cada vez son menos), aunque últimamente han proliferado mucho los grupos de aficionados o semi-profesionales en las casetas debido entre otras razones a la falta de espontaneidad a la hora de “arrancarse” alguien para interpretarlas.


      De siempre las Sevillanas fue la Reina de la Feria de abril, de un lado están los puristas del género que defienden que la temática a tratar a la hora de cantar Sevillanas en la feria, debe ser Sevilla, sus tradiciones o el amor, dejando las Sevillanas Rocieras para otra ocasión, por otro lado, están los más tolerantes que piensan que cualquier Sevillana es buena para hacer pasar el rato cantando y bailando con los amigos.
      Como dice mi amigo Pascual González, cualquier pueblo daría lo que fuese por tener un folclore tan rico y alegre como es las sevillanas, un cante que cada año se renueva y aporta decenas de discos al mercado discográfico, ningún otro cante localista puede presumir de ello.
      Me despido de vosotros con un fuerte abrazo azul y plata, deseando que pase esta maldita pandemia que nos ha privado de nuestros días grandes para volver a disfrutar de vuestra compañía, y ahora más que nunca: ¡Al mal tiempo… Sevillanas"

Javier Montiel Guerra

domingo, 26 de abril de 2020

Evangelio del 26/04/2020

Lc 24,13-35: Lo reconocieron al partir el pan.

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos, pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

-«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

-«¿Eres tú el único forastero de Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»

Él les preguntó:

-«¿Qué?

Ellos le contestaron:

-«Lo de Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»

Entonces Jesús les dijo:

- «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

Ya cerca de la aldea donde iban, el hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.

Ellos comentaron:

- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

- «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


Comentario Fray Miguel de Burgos Núñez (https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/8

La Eucaristía, como la Resurrección, es un misterio inefable de liberación, ya que los discípulos que estaban angustiados por lo que había pasado en Jerusalén, poco a poco, en la medida en que va haciéndose la Eucaristía, como un peregrinar, se conmueven, porque la vida del Resucitado se apodera de sus corazones. Eso es lo que Lucas quiere enseñarnos, catequeticamente, sobre lo que acontece cuando el Señor resucitado parte el pan con su comunidad, con y en la Iglesia.



sábado, 25 de abril de 2020

Necrológica


Lamentamos comunicar el fallecimiento de NH D. VÍCTOR RAMOS-CATALINA BARDAXÍ.


Unido a la familia García-Borbolla, era uno de los hermanos más antiguos de la hermandad, muy vinculado a ella en los años sesenta, perteneció a la Junta Gestora, frecuentaba los cultos, y solía esperar a la cofradía en la calle feria acompañando a nuestros Sagrados Titulares a lo largo del recorrido por este tramo de tanta solera.

Expresamos nuestras condolencias a sus familiares y amigos, encomendamos su alma al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, para que le conceda el descanso eterno y brille para Él la luz eterna. D.E.P.





Una Feria diferente




Continuamos viviendo unos momentos difíciles de mucho dolor e incertidumbre, sin embargo no podemos dejar de recordar que hoy tendría que celebrase la inauguración de la Feria de Abril, una de las fiestas mayores de Sevilla. El arraigo a nuestras tradiciones y el carácter extrovertido de los sevillanos nos otorga una singularidad especial para sobreponernos a las dificultades, y una capacidad particular para que nuestras señas de identidad no se pierdan en ningún momento.

La Feria forma parte de nuestra riqueza cultural, de ese patrimonio que los sevillanos tenemos interiorizado en el cronómetro interno de nuestras vidas, los sentimientos y añoranzas se confunden entre los lunares de los trajes de flamenca y nunca falta una copa para invitar a los amigos.

En este día la hermandad tendría la caseta terminada con su decoración tradicional, celebraríamos la cena del “pescaíto” y tras el “alumbrao” comenzaría una semana en la que la vida de hermandad se hubiese trasladado a nuestra caseta en el Real de la Feria, en la calle Ignacio Sánchez Mejías nº 48.



Fieles a la tradición traemos al blog nuestra original pañoleta y este rincón tan típico, estampas inconfundibles de la caseta de la Hiniesta. Este año tenemos que quedarnos en casa, disfrutar en la cercanía de nuestras familias con fortaleza de ánimo para superar esta situación, y sobre todo rezar a la Virgen Patrona y Bienhechora de Sevilla.


Virgen de la Hiniesta ruega por nosotros.



jueves, 23 de abril de 2020

Culto al Santísimo Sacramento


Por el Magisterio de la Santa Madre Iglesia sabemos que la Eucaristía no termina en la celebración litúrgica; una vez consagrados el Pan y el Vino, permanecen como Sacramento de la PRESENCIA REAL Y VIVA DEL SEÑOR en medio de su pueblo, constituyendo el Culto a este Misterio un verdadero encuentro por el que nos abrimos a la experiencia de Dios, al gozo y la alegría de la fe. La Eucaristía es el mayor acto de culto cristiano. Jesús está en la Eucaristía cumpliendo su promesa de permanencia eterna entre nosotros. El Culto al Santísimo Sacramento es el Culto de Latría que debemos a Dios Padre. Siempre deberemos fomentar el Culto debido a la Real Presencia del Señor. En palabras de San Juan Pablo II: “la Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del Culto Eucarístico”. Jesús Eucaristía es el centro del Culto como tal, tanto interno como externo.



miércoles, 22 de abril de 2020

Formación en acción social


LA CARIDAD COMO EXPRESIÓN DEL AMOR DE DIOS

El auge que nuestras Hermandades han experimentado durante el siglo XX ha repercutido de forma notoria en la promoción de una importante labor asistencial cuyo desarrollo sigue un ritmo creciente en las últimas décadas. Es innegable que la caridad ha desempeñado, como hemos visto anteriormente, una importante misión en el seno de las Hermandades, pero no puede desconocerse tampoco que la carestía en que nuestras propias corporaciones se veían inmersas afectaba al desarrollo pleno de esta dimensión principal de la Hermandad. Hoy las circunstancias han cambiado: no sólo por el progreso general de nuestra sociedad y porque nuestras Hermandades han venido consecuentemente a mejor fortuna, sino también porque el magisterio de la Iglesia, profundamente renovado tras el Concilio Vaticano II, urge a los laicos a una acción directa e inmediata en la propagación del Evangelio. 

Fruto de ello, los cofrades somos cada vez más sensibles y más conscientes de que nuestro culto necesita ser autenticado en el pergamino de la vida con la tinta de nuestro esfuerzo. Atendiendo a ello, las Hermandades desarrollan en la actualidad una labor asistencial vigorosa que va en aumento con los años. Son incontables los proyectos asistenciales a los que nuestras corporaciones prestan su apoyo, bien a través de una participación indirecta, bien mediante la implicación efectiva de sus miembros en algún proyecto específico.

La caridad como expresión concreta del amor y manifestación privilegiada del auténtico testimonio cristiano es un testimonio activo de nuestra fe. Es necesario derribar ese viejo prejuicio que ha llevado a nuestras Hermandades a guardar silencio en materia asistencial, ocultando la labor que desde nuestras instituciones se realiza continuadamente en la asistencia a los más necesitados. Dice San Lucas que "Nadie enciende una lámpara para esconderla o taparla con algo, sino que la pone en el candelero para que los que entren la vean con claridad".


Las hermandades tiene que asumir con determinación esta exhortación evangélica que nos impulsa a ser luz del mundo; una luz que no puede ocultarse porque su ocultación causará oscuridad. Es el momento de entender que nuestro testimonio de amor hacia el prójimo es un servicio inestimable a la Iglesia y a Jesús, Nuestro Señor, pues como ha afirmado Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Christifideles laici: "Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”.


Extracto de la conferencia “La Acción Social en las Hermandades: Una Perspectiva desde la Historia y la Actualidad”. Alfonso de Julios-Campuzano, 2002.



lunes, 20 de abril de 2020

Nuestra historia: Orígenes legendarios de la Hiniesta.


La leyenda

El origen de la imagen de la Virgen de la Hiniesta se encuentra, como en tantos otros casos de devociones medievales, inmerso en la leyenda. Cuenta ésta que, un día de finales del siglo XIV, mosén Per de Tous se encontraba cazando en los montes catalanes cuando su azor quedó paralizado ante las retamas en las que se habían refugiado las perdices que perseguía. Extrañado por el comportamiento del animal, se apeó de su caballo, miró dentro del matorral y descubrió una imagen de la Virgen con el Niño en brazos con una inscripción a sus pies que, en la versión latina de Ortiz de Zúñiga, decía: “Sum Hispalis de sacello ad portam quæ ducit ad Corduvam” (“Soy de Sevilla, de una capilla junto a la puerta que encamina a Córdoba”). Del texto se deducía que la imagen era una de aquéllas que en tiempos de la invasión musulmana habían sido escondidas para evitar su profanación y que milagrosamente se había conservado intacta a través de los siglos a pesar de encontrarse a la intemperie.


Per de Tous condujo la imagen a Sevilla y la depositó en la iglesia parroquial de San Julián, por ser el templo en aquel entonces más próximo a la puerta abierta en las murallas de la ciudad que conducía a Córdoba. El hecho de haberse encontrado la imagen de la Virgen oculta en unas retamas o hiniestas motivó que se titulase Santa María de la Hiniesta.


El comienzo de la devoción

Aunque no existe documento contemporáneo que lo confirme, la fecha de 1380 es aceptada generalmente como la de la introducción del culto de la Virgen de la Hiniesta en Sevilla. De lo que sí hay constancia es que la Virgen estaba en la capilla de la cabecera de la nave del evangelio de la parroquia de San Julián, al menos, en 1407. Se trataba de una capilla propiedad de Per de Tous en la que éste mandó abrir en el suelo una bóveda para que sirviera como lugar de enterramiento familiar, además de construir un retablo, decorar los muros con yeserías mudéjares, levantar un artesonado de madera de alerce y cerrar el recinto con una reja construida, según la tradición, con los grilletes y cadenas ofrendados en señal de agradecimiento por los cristianos liberados del cautiverio de los moros y que colgaban de las ramas de dos olmos situados en la plaza de San Julián.
A lo largo del siglo XV, la devoción a la Virgen de la Hiniesta y su fama de milagrosa se fueron extendiendo, como delatan la creación de su Hermandad y la fundación de diversas capellanías, dotaciones y memorias para el fomento de su culto.



domingo, 19 de abril de 2020

Evangelio del 19/04/2020

San Juan 20, 19-31: A los ocho días, llegó Jesús


Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Comentario bíblico de: Fray Miguel de Burgos Núñez OP

La figura de Tomás es solamente una actitud de "antirresurrección"; nos quiere presentar las dificultades a que nuestra fe está expuesta. Tomás, uno de los Doce, debe enfrentarse con el misterio de la resurrección de Jesús desde sus seguridades humanas y desde su soledad, porque no estaba con los discípulos en aquel momento en que Jesús, después de la resurrección, se les hizo presente, para mostrarse como el Viviente. Este es un dato que no es nada secundario a la hora de poder comprender el sentido de lo que se nos quiere poner de manifiesto en esta escena: la fe, vivida desde el personalismo, está expuesta a mayores dificultades. Desde ahí no hay camino alguno para ver que Dios resucita y salva.



sábado, 18 de abril de 2020

Necrológica

Lamentamos comunicar el fallecimiento de D. Enrique Barrero González, padre de NH D. Enrique Barrero Rodríguez. 



D. Enrique Barrero estuvo muy vinculado a la hermandad con motivo de su carrera profesional desarrollada como letrado jefe de la asesoría jurídica del Ayuntamiento de Sevilla, fue pregonero de la Hiniesta en 1983. Posteriormente su hijo tuvo el mismo honor en 2004, año de su ingreso como hermano de nuestra corporación. D. Enrique Barrero también en su faceta como miembro activo del Excmo. Ateneo de Sevilla, llegando a ser Presidente entre 1999 y 2010, siendo distinguido con el título de socio de honor.

Expresamos nuestras condolencias a nuestro hermano, familiares y amigos, Encomendamos su alma al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, para que le conceda el descanso eterno y brille para Él la luz eterna. D.E.P.




El Cristo de la Buena Muerte nos ha redimido, en la fe, al precio de su sangre, de la soledad y de las tinieblas eternas. Ya expiró la misma vida, quedó confusa la muerte, la culpa quedó abatida…”
(Enrique Barrero González, Pregón de la hermandad de la Hiniesta 1983)

domingo, 12 de abril de 2020

Pascua de Resurrección

Evangelio del 12/04/2020

Jn 20,1-9: Él había de resucitar de entre los muertos.

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quita del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -”Se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto.” Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las venda en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con el que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos





¡CRISTO HA RESUCITADO, ALELUYA!
12, IV, 2020

Queridos hermanos y hermanas:
Este es, el mensaje de la Pascua cristiana, la Buena Noticia que la Iglesia viene proclamando desde hace veinte siglos; desde aquella mañana del primer día de la semana en que Pedro y Juan encuentran vacío el sepulcro de Jesús; desde aquella madrugada en que las piadosas mujeres que van a embalsamar su cadáver, reciben del ángel este mensaje alentador: "No está aquí. Ha resucitado”.
Esta es la gran noticia que la Iglesia tiene el deber de anunciar al mundo en esta mañana de Pascua. Esta es la magnífica noticia que cambia el curso de la historia porque significa que la vida ha triunfado sobre la muerte, la justicia sobre la iniquidad, el amor sobre el odio, el bien sobre el mal, la alegría sobre el abatimiento, la felicidad sobre el dolor, y la bienaventuranza sobre la maldición, y todo ello porque Cristo ha resucitado.

La resurrección del Señor es la obra maestra de la Trinidad Santa, “la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, -como nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica- creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, predicada por los Apóstoles como parte esencial del Misterio Pascual, transmitida como fundamental por la Tradición y abiertamente afirmada en los documentos del Nuevo Testamento”. Sin la resurrección, Jesús sería el mayor impostor de la historia de la humanidad y el cristianismo el más burdo fraude cometido jamás. La resurrección es el sello de garantía de la persona, la obra y la doctrina de Jesús. Para nosotros es un manantial inagotable de seguridad y confianza. Gracias a la resurrección del Señor sabemos que nuestra fe no es una quimera y que el objeto de nuestro amor no es un fantasma, sino una persona viva, que está sentada a la derecha de Dios.

La consecuencia más importante de la resurrección del Señor es nuestra futura resurrección. Si Jesús ha resucitado, también nosotros resucitaremos. El Catecismo nos dice que después de su muerte, el Señor bajó al seno de Abrahán para liberar a los justos anteriores a Él y abrirles las puertas del cielo. Ojalá que en esta Pascua, al mismo tiempo que sentimos muy a lo vivo la alegría inmensa que brota de la resurrección del Señor, experimentemos también intensamente la emoción que nace espontánea de la aceptación de esta verdad original del cristianismo: somos ciudadanos del cielo, al que estamos llamados y cuyas puertas nos ha abierto el Señor en su resurrección de entre los muertos.

La liturgia de estos días nos invita a sacar las consecuencias que la resurrección del Señor entraña para nuestra vida cristiana: Ya que habéis resucitado con Cristo, - nos dice san
Pablo- buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.
Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
La esperanza en la resurrección debe ser fuente de consuelo, de paz y fortaleza ante las dificultades, ante el sufrimiento físico o moral, cuando surgen las contrariedades, los problemas familiares, profesionales o económicos, cuando a nosotros o a nuestros seres queridos nos visita el dolor o la enfermedad. La esperanza en la resurrección es además fuente de sentido en nuestro devenir. Un cristiano no puede vivir como aquel que ni cree ni espera, o en el mejor de los casos cree que después de la muerte sólo existe la nada. Porque Cristo ha resucitado, nosotros creemos y esperamos en la vida eterna, en la que viviremos dichosos con Cristo y con los Santos.

Esta perspectiva que es fruto de la Pascua, debe marcar, determinar y configurar nuestro presente, nuestra forma de pensar y nuestro modo de vivir, sabiendo que somos peregrinos, que no tenemos aquí una ciudad estable y permanente, pues nuestra verdadera patria es el cielo. La perspectiva de la resurrección define e ilumina nuestra vida, la nutre y llena de esperanza y alegría. De todo ello se privan quienes no creen en la resurrección y en la vida eterna, artículo capital de nuestra fe.

Aspiremos a los bienes de arriba y no a los de la tierra, vivamos ya desde ahora el estilo de vida del cielo, el estilo de vida de los resucitados, es decir, una vida de piedad sincera, alimentada en la oración, en la escucha de la Palabra, en la recepción de los sacramentos, singularmente la penitencia y la eucaristía, y en la vivencia gozosa de la presencia de Dios; una vida alejada del pecado, de la impureza, del egoísmo y de la mentira; una vida pacífica, honrada, austera, sobria, fraterna, edificada sobre la justicia, la misericordia, el perdón, el espíritu de servicio y la generosidad; una vida, en fin, asentada en la alegría y en el gozo de sabernos en las manos de nuestro Padre Dios y, por ello, libres ya del temor a la muerte.

Este es mi deseo para todos los diocesanos en esta Pascua. Un abrazo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla