Virgen de la Hiniesta |
Termina este año 2011, con
sus luces y sombras, con sus triunfos y sus fracasos, pero al igual
que comenzó en familia también finaliza con este núcleo de
verdadera formación cristiana. Son días entrañables, de
celebraciones, de encuentros, de disfrute de jóvenes y mayores, de
ilusión y de esperanza. Pero precisamente en estos días también
echamos en falta a ese ser querido que se nos fue, que vivía con la
misma ilusión que nosotros estas fiestas y en nuestra Hermandad,
este año 2011 se nos han marchado algunos hermanos y benefactores y
devotos que es justo recordar, precisamente en estos momentos donde
las alegrías, las luces y el ambiente navideño nos envuelve. La
Navidad es un tiempo de alegría y de recuerdo y por eso en estas
líneas queremos que no caigan en el olvido nuestros hermanos D.
Rafael Carbonell Naranjo, D. Enrique Román Romero, D. Diego Lencina
Giménez, D. Eduardo Naranjo Bello, D. Rafael Ruíz Elvás, D.
Antonio Mesa Silgo, Dª. Victoria Román Sánchez y D. Rafael García
de la Borbolla y Cala. Todos ellos
gozan ya de la presencia divina de nuestra Madre de la Hiniesta,
todos ya están con el Mesías, el Señor, nuestro Cristo de la Buena
Muerte. Igualmente no olvidamos a los padrinos de la Coronación
Canónica de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, también fallecidos
en este año, D. Juan
Fernández Rodríguez y García del Busto y Dª. Isabel Argüeso
Hortal.
La
Hermandad ha querido felicitar por carta a las familias de estos
hermanos para apoyarles y estar más cerca de ellos en estos días
tan especiales y que por vez primera, no vivirán con sus seres más
queridos. Es una felicitación agridulce pero en la que hemos querido
darles un mensaje de cercanía y de esperanza. Todos están ya bajo
el manto azul y plata de la Virgen de la Hiniesta. Es la mejor
protección que puedan tener, el calor y la misericordia de nuestra
Madre y después de presentarse ante Dios han podido disfrutar de los
beneficios de la vida eterna.
Rogamos a
todos los hermanos que tengan un momento de recuerdo para todos ellos
y que pidan por el eterno descanso de sus almas, en la esperanza de
que gozan de la presencia divina del Santísimo Cristo de la Buena
Muerte y de Santa María de la Hiniesta, Madre de Dios y Madre
nuestra.
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