domingo, 19 de febrero de 2017

El Evangelio del 19/02/2017

Domingo VII del Tiempo Ordinario

“Amad a vuestros enemigos”

San Mateo 5, 38-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.

.Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo” Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».


                                                  (Fotografía Luis Manuel Jiménez, Diario de Pasión)

Reflexión: La ley del amor al prójimo

Esta ley se halla formulada en el AT y a ella se refiere la primera lectura tomada del libro del Levítico. En su exposición el AT establece unas categorías que serán superadas por la enseñanza de Jesús sobre el tema en cuestión: el concepto de prójimo se halla circunscrito a los miembros del pueblo de Israel y a todos aquellos que de alguna manera habían sido incorporados al mismo. La segunda parte “odiarás a tu enemigo” no se halla escrita en ninguna parte de la Biblia. La habían deducido los judíos, a modo de conclusión, de la primera: todos los que no pertenecían al pueblo de Dios eran idólatras y, por tanto, eran enemigos de Dios. Ahora bien, como los judíos no conocían término medio entre el amor y el odio, el sentimiento por los no judíos lo habían formulado en términos de odio.
Jesús eleva el principio del amor al prójimo a categoría universal, sin hacer ninguna clase de distinción. No hacerlo así equivaldría a quedarse al nivel de los publicanos que, por solidaridad, estaban unidos entre sí y se amaban; o al nivel de los paganos. Y partiendo del principio aceptado por los judíos que dice: Debe imitarse la conducta de Dios, Jesús establece el principio del amor universal. Dios no hace distinciones, hace salir el sol para todos. Es una nueva visión e interpretación de Dios, ya que los judíos consideraban que tenían preferencias casi en exclusiva ante él.
La última prescripción obliga, en forma imperativa, a la perfección. Una perfección que consiste en que nuestra vida y actividad constituyen una unidad. Toda para Dios. Sin establecer distinciones ni parcelaciones en el campo de la vida humana.

Felipe F. Ramos, pbro., en http://www.catedraldeleon.org/index.php/el-evangelio/ciclo-a/tiempo-ordinario/434-ciclo-a/

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