Dentro
del documento de Orientaciones Pastorales Diocesanas 2016 – 2021,
continuamos desglosando sus distintos apartados, así en su segunda parte
titulada El objetivo general veremos los seis epígrafes que
componen esta segunda parte del documento.
El
mandato misionero de Jesús. La llamada misionera que recibe hoy la Iglesia no responde
a un efímero eslogan de moda. Es la actualización del envío misionero de Jesús:
“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.” (Mc 16,15).
La Iglesia es enviada por Cristo, con su Espíritu, al mundo, para continuar la
misión del Hijo Encarnado y del Espíritu Santo que se nos ha dado, enviados por
el Padre para salvar al mundo. El Dios de los cristianos es el Dios de todos
los hombres, al que confesamos como Creador del cielo y de la tierra. En
consecuencia, su mensaje no está destinado a una minoría selecta, sino a todos
los hombres. En consecuencia, la evangelización nunca puede conducir a la formación
de un grupúsculo que gire de forma autorreferencial alrededor de sí mismo, sino
que siempre tiende a los otros.
La
misión en el centro del Magisterio contemporáneo. En el Concilio Vaticano II encontramos
omnipresente el tema de la “misión” en todas sus constituciones, decretos y
declaraciones. Esto se debe a que ha encuadrado el mandato misionero en el plan
global de salvación de Dios para la humanidad, que apunta a la reunión
escatológica de todos los pueblos (Cf. AG 9). San Juan Pablo II propuso la
“nueva evangelización” como camino pastoral de la Iglesia hacia el futuro. En
su exhortación apostólica Novo Millennio Ineunte, en la conclusión el Año Santo
2000, nos invitó a reiniciar el camino desde Cristo: “No se trata, pues, de
inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido
por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristo
mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en él la vida
trinitaria y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento en la
Jerusalén celeste” (n 29). Y nos dejó escrito que “el compromiso de la
evangelización es indudablemente una prioridad para la Iglesia al comienzo del nuevo
milenio”. El Papa Benedicto XVI en su primera encíclica Deus caritas est mostró
que la misión brota por sí sola del amor. Es la respuesta al amor con el que
Dios nos ama, una respuesta que solo podemos dar desde el amor.
La llamada a la conversión pastoral y
misionera. Al
concluir el Año de la Fe, convocado por Benedicto XVI, el papa Francisco publicó
su exhortación Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio), recogiendo las
aportaciones del Sínodo celebrado en 2012 sobre La nueva evangelización para la
transmisión de la fe cristiana. Llama la atención que evita el adjetivo
“postsinodal” acostumbrado, porque presenta su propuesta pastoral con un explícito
propósito de ser programática para toda la Iglesia. Las presentes Orientaciones
Pastorales asumen como objetivo general esta propuesta misionera como expresión
de nuestra comunión con el Papa y con toda la Iglesia, desde el profundo
convencimiento de que una pastoral misionera es absolutamente necesaria en el
contexto socio-cultural en el que vive la Iglesia en Sevilla.
Una Iglesia en salida. El Papa Francisco utiliza la expresión
“una Iglesia en salida” (EG 20-24), en éxodo, para anunciar el Evangelio.
Insiste en que prefiere una Iglesia que salga y sea itinerante y callejera,
aunque pueda accidentarse, a una Iglesia miedosa, pasiva y encerrada, lo que le
conduce a enfermar (EG 49). Todos debemos pasar de la espera a la búsqueda de
los que están lejos.
Volver a encontrar la alegría de la fe. La alegría que atrae es un elemento
central del magisterio de papa Francisco. No en vano comienza así su exhortación
apostólica: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los
que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del
pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo
siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles
cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría,
e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.”
La Iglesia crece por atracción. El Papa emplea muchas veces las
palabras “atracción” y “atraer”, haciendo notar que “la Iglesia no crece por
proselitismo sino por atracción” (EG 14). La misión es obra de la atracción de Dios
en Cristo por el Espíritu Santo. El encuentro con el Señor fructifica en la
experiencia de la comunión fraterna, pues los discípulos de Jesús serán reconocidos
si se aman los unos a los otros como Él nos amó. Sólo si estamos convencidos de
que la fe es luz y fuerza para vivir y morir, la experimentaremos como un
regalo que pide ser transmitido. La evangelización no es cruzada, ni marketing,
ni proselitismo. Sencillamente, surge de la atracción del amor Dios que hemos
conocido en Jesucristo.
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