Celebramos en este domingo la
solemnidad del Corpus Christi. La Iglesia nos convoca en este día a
renovar nuestra fe en el sacramento eucarístico, fuente y cima de la
vida cristiana. Si en el Jueves Santo veneramos el cuerpo de Cristo
en el recogimiento de los templos, en esta solemnidad, Jesucristo,
realmente presente en el sacramento, recibe la adoración, la
alabanza y la acción de gracias de todo el pueblo cristiano allí
donde habitualmente se desarrolla nuestra vida, en el pueblo, en la
ciudad, en las plazas y en las calles. Acudamos, pues, a la procesión
del Corpus, tan bella no sólo en Sevilla, que la celebra en el
jueves tradicional, sino también en tantas villas y pueblos de
nuestra Diócesis, tomando parte activa con nuestros cantos,
aclamando al Señor que ha querido quedarse para siempre con nosotros
en todos los sagrarios de la tierra.
En la solemnidad del Corpus Christi,
verdadero manantial de cultura en el campo de la poesía, el teatro,
la música, la pintura, escultura y orfebrería, celebramos también
el Día de la Caridad. La Eucaristía no sólo es expresión de
comunión entre los miembros de la Iglesia; es también proyecto de
solidaridad para toda la humanidad. En la celebración eucarística,
la Iglesia renueva su conciencia de ser signo e instrumento de la
íntima unión con Dios y también de la unidad de todo el género
humano (LG 1). Como nos decía el Papa Juan Pablo II en la carta
apostólica Mane nobiscum,
Domine, hay un punto en el
que se refleja especialmente la autenticidad de nuestras
celebraciones eucarísticas: si ellas impulsan a nuestras comunidades
"a un compromiso
activo por la edificación de una sociedad más justa y fraterna"
(n. 28).
La Eucaristía es instituida
por el Señor en el día de Jueves Santo después de lavar los pies a
los Apóstoles. Con ello nos está explicando de forma pedagógica el
nexo que existe entre el sacramento eucarístico y el servicio a los
últimos. Por ello, no es auténtica una celebración eucarística en
la cual no brille la caridad, compartiendo nuestros bienes con los
más pobres. En ello seremos reconocidos como auténticos discípulos
del Señor.
Esta es la razón por la que la
Iglesia en España hace coincidir el Día de la Caridad con la
solemnidad del Corpus Christi. La Eucaristía sin caridad sería un
culto vacío. La caridad sin la Eucaristía se convierte en mera
filantropía, que muy pronto se desvanece. Por ello, la fiesta del
Corpus Christi es una invitación a robustecer el vínculo que existe
entre Eucaristía y caridad, de modo que la adoración al Señor nos
lleve a descubrirlo en el hermano pobre y necesitado y el ejercicio
de la caridad impregne de autenticidad nuestras celebraciones
eucarísticas.
El lema del Día de la Caridad en este
año nos dice que “No
busquemos nuestro propio interés, sino el bien de todos”.
En este sentido, los Obispos de la Comisión Episcopal de
Pastoral Social nos dicen que
“en
momentos difíciles tenemos la tentación de refugiarnos cada uno en
nuestra seguridad y ceder al “sálvese quien pueda”, o caer en
actitudes fatalistas. No podemos quedarnos de brazos cruzados ante la
situación de extrema necesidad que viven muchos hermanos nuestros,
pensando que no podemos hacer nada con nuestras limitadas fuerzas”.
La Eucaristía, “sacramento
de caridad”, nos
descubre el amor infinito de Dios por cada hombre. En ella se
manifiesta “el amor más
grande” de quien da su
vida por sus amigos. Nuestra participación en la Eucaristía debe
impulsarnos a amar a nuestros hermanos con el amor de Jesús; a
aguzar nuestra sensibilidad para descubrir y solucionar eficazmente
sus carencias, urgencias, dolores y necesidades, pues como nos ha
dicho el Papa en la encíclica Deus
caritas est, “una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico
del amor es fragmentaria en sí misma” (n.
14).
Una forma práctica y fiable de vivir
la caridad y el servicio a los pobres es colaborar con Caritas, que
es la institución que organiza la caridad en nombre de la Iglesia
diocesana a través de programas concretos, solventes e imaginativos.
Al mismo tiempo que invito a todos los fieles de la Archidiocesis a
ser generosos en la colecta de este domingo, destinada a Caritas,
saludo con afecto a los voluntarios, responsables y técnicos de
nuestra Caritas Diocesana y de las Caritas parroquiales. Os agradezco
vuestra entrega y el servicio magnífico que prestáis a los más
pobres, transeúntes, inmigrantes, enfermos de Sida, familias
desestructuradas y parados de larga duración, a través de vuestros
programas específicos. Pido a los sacerdotes que sigan alentando a
las Caritas parroquiales y que las creen allí donde no existen. A
todos os invito a seguir potenciando la genuina identidad cristiana
de nuestras Caritas y a cuidar las bases sobrenaturales de nuestro
compromiso caritativo. En la Eucaristía, vivida, celebrada y
adorada, encontraremos cada día la fuerza para no desfallecer en el
servicio a los pobres.
Para todos, mi saludo fraterno y mi
bendición.
+ Juan José Asenjo
Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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