domingo, 2 de abril de 2017

El Evangelio del 02/04/2017


Domingo V de cuaresma
“Yo soy la resurrección y la vida”
San Juan 11,3-7.17.20-27.33b-45
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.» Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.» Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.» Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»  Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.» Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?» Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!» Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?» Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: «Quitad la losa.» Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.» Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, sal fuera.» El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.» Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Reflexión: Más allá de la muerte
“Lázaro, nuestro amigo, duerme.” A Jesús le hacen llegar una noticia: tu amigo, el que amas, está enfermo. Basta con eso. Revela la confianza en Jesús. A los discípulos les dirá: Lázaro, nuestro amigo, duerme. También es suficiente, cuando se tiene en el horizonte la Pascua. Eso no está en el horizonte de los discípulos de ahí que Jesús, ante una interpretación no adecuada afirme: Lázaro ha muerto.
Marta y María afirmarán lo mismo: si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Ante esa realidad Jesús pregunta y afirma. Pregunta si creen que Él puede cambiar la situación y Marta profesa su fe. Jesús afirma: Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre.
El le saca definitivamente de la muerte. Lázaro será un signo de cómo la Palabra tiene en sí misma la Vida que va más allá de la muerte y la destruye. La muerte no es lo definitivo. Por eso lo saca del sepulcro (aunque físicamente vuelva a morir). Está apuntando ya a su propia resurrección. Vive para siempre. Y esa es la tierra en la que Dios nos coloca. Ese es lugar que nos ha preparado Jesús. Y la experiencia de la resurrección, vivida ya en el Bautismo, todo lo cambia: relaciones y compromisos. Proyecto de vida y anticipación de la plenitud del Reino. Si no se gusta aquí y ahora, no seremos signos para nuestro tiempo de esta novedad que la Pascua otorga.
Fr. Antonio Bueno Espinar O.P. en https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/2-4-2017/pautas/

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