miércoles, 26 de octubre de 2016

Las Obras de Misericordia

El próximo día 13 de noviembre finaliza el año jubilar de la Misericordia propuesto por Su Santidad el Papa Francisco, así se clausura en la puerta santa de la Basílica Mayor de San Pedro y en las puertas de todas las catedrales y templos escogidos como de peregrinación para este año jubilar.

Queremos hacer en este momento un recorrido por las obras de misericordia, así el catecismo de la Iglesia católica nos dice: “Obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestros prójimos en sus necesidades corporales y espirituales (Is. 58- 6-8 y Hebr. 13. 3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar son obras de misericordia espiritual, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporal consisten en dar de comer al hambriento, dar techo a quien lo necesita, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna. Es también una práctica de justicia que agrada a Dios.” (Cat. Igl. ct. 2447)


Parábola del Hijo pródigo, ejemplo de misericordia

Podríamos decir que las obras de misericordia son como el compendio del evangelio entero. Su origen se encuentra en el juicio final de Mateo 25, en el que Jesús juzgara nuestra condición como cristianos por nuestro comportamiento con el prójimo. “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí.’ Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti? Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” Mt 25, 34-36
Las obras de misericordia ya aparecen en el Antiguo Testamento, recordemos el texto de Isaías 58, 5-7″¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero en el día de la penitencia: inclinar la cabeza como junco acostarse sobre saco y ceniza? ¿A eso llamáis ayuno y día agradable al Señor? Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, dar la libertad a los oprimidos, y arrancar todo yugo. Partir tu pan con el hambriento, y hospedar a los pobres sin techo., cubrir a quien ves desnudo, y no desentenderte de los tuyos”

Las obras de misericordia tienen otro aspecto a tener muy en cuenta. Ya Orígenes, padre de la iglesia, no se limitó a entenderlas de una manera puramente exterior, sino que las explico espiritualmente. A partir de Él la interpretación espiritual de las escrituras vio las obras de misericordia como imágenes de nuestra relación con Cristo. Lo importante de estas obras de misericordia es que obremos el amor por sí mismo y no por la espera de recompensa, pues al final de nuestra vida lo importante será como hemos estado con los demás y como los hemos tratado, ya que en el rostro del hermano encontramos el rostro de Dios.

En Mateo 25 relata seis obras de misericordia a la que la iglesia primitiva añadió una más: enterrar a los difuntos. Dentro de la tradición fueron tomando forma siete obras de misericordia corporales y siete espirituales. San Agustín distingue entre buenas obras de amor que afectan al cuerpo del prójimo y buenas obras que atañen a su alma.

Para finalizar con esta reseña sobre las obras de misericordia decir que se dividen en dos clases o tipologías: corporales y espirituales.

Las obras de misericordia corporales son: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, visitar a los enfermos, redimir al cautivo y enterrar a los muertos.

Las obras de misericordia espirituales son: enseñar al que no sabe, dar consejo al que lo necesita, corregir al que yerra, perdonar las injurias, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo y rogar a Dios por los vivos y difuntos.

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