Hubo una vez un tiempo
que Sevilla estaba envuelta
por la Puerta del Osario,
de Carmona y Puerta Nueva.
Por la que era de la Carne,
Puerta del Sol y Barqueta.
Puerta que mira a San Juan
y otra que era cordobesa
en la que - cuenta la historia -
había nacido la Hiniesta.
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Para proteger la nao
de enfermedad y epidemias
han llevado los cofrades
de San Julián, a la Hiniesta;
misterio de una ciudad
de realidad y leyenda;
mujer gótica ancestral
que en la Puerta cordobesa
se confirma su verdad:
patrona, historia y certeza.
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Y si al llegar a la Hiniesta
se vuelven azul y plata
es que Rodríguez Ojeda
diseñó un cielo de estrellas
sobre el palio que bordara.
José Antonio Rodríguez Benítez
5 de mayo de 2007
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