El mes de septiembre finaliza con tres nuevas cartas pastorales escritas
por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de
Sevilla con temáticas diferentes. Hace unos días se hizo referencia a las
recomendaciones del comienzo de curso en una carta escrita a finales de agosto
y que tenía por título “¡Poneos en camino!” y ya en este
mes de septiembre la primera de las cartas pastorales se escribió para el domingo
11 de septiembre bajo el título “El Beato Manuel González, apóstol de la
eucaristía”. En la misma se hace un recorrido por la vida y la obra de
este insigne hijo de Sevilla, que llegó a ser obispo de Málaga y de Palencia y
que será canonizado el próximo 16 de octubre. A los doce años ingresa en el
seminario y cursó estudios de humanidades, filosofía y teología, la
licenciatura y doctorado en esta última
disciplina y la licenciatura en derecho canónico. En su trayectoria como hombre
de Dios y fervoroso de la eucaristía vivió episodios que afianzaron su
compromiso sacerdotal y posteriormente episcopal, así su paso por Palomares del
Rio (Sevilla) y por la parroquia de San Pedro de Huelva y en su cometido como
Arcipreste de Huelva, son el inicio de un camino productivo en su labor
evangélica donde potenció el culto eucarístico y la formación catequética. En
estas fechas reúne en torno a él a un buen grupo de colaboradores y solicita
ayuda y unas limosnas para el más pobre de todos los pobres, el Santísimo
Sacramento. Crea grupos de adoradores y cuidadores de los sagrarios tanto
masculinos como femeninos. Su etapa como obispo de Málaga y Palencia fue muy
complicada por la situación convulsa de las fechas previas a la Guerra Civil,
teniendo que huir del palacio arzobispal de Málaga tras su incendio y pasando a
la sede palentina en 1935. Falleció en 1940 en Madrid y fue enterrado en la
capilla sacramental de la catedral de Palencia bajo el siguiente epitafio: “Pido ser enterrado junto a un Sagrario,
para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida,
estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo
dejéis abandonado!”. Si quiere
leer íntegramente esta carta pastoral puede encontrarla pulsando aquí.
Para el 18 de septiembre escribió “La eucaristía dominical, corazón de la
semana y centro de la vida cristiana”, donde siguiendo la estela de la
anterior carta pastoral sobre el obispo de la eucaristía, el Beato Manuel González
incide en la principalidad de la eucaristía dominical. Se dice que “es un hecho que el domingo se ha ido
vaciando progresivamente de contenido religioso y son muchos los cristianos que
no han descubierto la riqueza espiritual de la Eucaristía en el día del Señor”.
Por todo ello monseñor Asenjo nos dice que “todos
hemos de procurar que nuestra participación en ella sea para nosotros el
acontecimiento central de la semana. Es un deber irrenunciable, que hemos de
vivir no sólo para cumplir un mandamiento de la Iglesia, sino como una
necesidad, para que nuestra vida cristiana sea verdaderamente coherente y
consciente”. El pueblo cristiano en la misa de los domingos, en la misa del
Día del Señor “nos reunimos como familia de Dios en torno a la mesa de la Palabra y
del Pan de vida y nos alimentamos con el manjar del cielo para luchar contra el
mal, vivir nuestros compromisos con entusiasmo y valentía y confesar al Señor
delante de los hombres”. Si quiere leer íntegramente esta carta
pastoral puede encontrarla pulsando aquí.
La tercera y última carta pastoral coincidía con la llegada de la Virgen de
la Paz a la Santa Iglesia Catedral el día 24 de septiembre y estaba dedicada a
la Coronación Canónica de esta imagen de la Virgen. Bajo el título "Ante la coronación canónica de la Virgen de la Paz" recordaba a los miembros de
esta hermandad “que la piedad popular ha meditado a lo
largo de los siglos en el quinto misterio glorioso del Rosario “la coronación de la Virgen María como reina
y señora de todo lo creado”. Si quiere leer íntegramente esta carta pastoral puede consultarla
pulsando aquí”. Monseñor Asenjo
hace un recorrido por distintos pasajes del Nuevo Testamento donde se trata el
concepto de la corona y donde se expresa la participación en la gloria de
Cristo y es signo de santidad. Si quiere leer
íntegramente esta carta pastoral puede encontrarla pulsando aquí.
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