Continuamos
el interesante y didáctico apartado de historia sagrada, deteniéndonos en las
figuras de los apóstoles Simón y Judas Tadeo, cuya festividad litúrgica se
celebra hoy 28 de octubre.
El
apóstol Simón, también llamado el Zelote, es uno
de los doce apóstoles. Antes de unirse a Jesús habría pertenecido al grupo
de los zelotes, que luchaban contra Roma. Predicó en Egipto, Libia y, posiblemente, en Persia. Habría
muerto como mártir
en la costa de Mar Negro cerca del Cáucaso,
probablemente en el territorio de la actual Abjasia.
San Simón apóstol - José de Ribera |
Simón
recibe un epíteto que cambia en las cuatro listas: mientras Mateo y Marcos le
llaman «cananeo», Lucas le define «Zelote». "Cananeo" muchas veces se
interpreta como un gentilicio, indicativo de que Simón era de Canaán,
lo que parece raro, considerando que todos los apóstoles habrían sido naturales
de esa macro-región (que abarca Galilea, Judea, Samaria, Trasnjordania y
Líbano), por lo que difícilmente se podría considerar un rasgo distintivo de
Simón o fuente de su apelativo. Por otro lado, "cananeo" podría
corresponder una transposición al griego de la palabra hebrea que designa a los
zelotes:
qanaim.
Los
zelotes, como lo habría sido este Simón, eran los miembros una facción
religiosa y política, fundada por el año 6 d. C, por Judas el
Galileo (a quién en el texto Hechos de los Apóstoles el miembro del
sanedrín Gamadiel menciona como un ejemplo de falso mesías). Los zelotes son
considerados como el ala más radical e integrista del judaísmo del siglo I. El
historiador de fines de ese siglo, Flavio Josefo
responsabiliza a su intransigencia nacionalista de la destrucción del segundo
templo de Jerusalén por las tropas romanas comandadas por Tito, alrededor del
año 70.
Judas
Tadeo fue, según
diversos textos neotestamentarios (Evangelios,
Hechos de los Apóstoles), uno de los
discípulos de Jesús de Nazaret, que formaba parte del grupo
de «los doce» apóstoles. Se le menciona en los Evangelios
como «hermano de Jesús». También se lo llama simplemente «Tadeo», o «Judas
de Santiago», aunque la identificación entre «Tadeo» (en los evangelios de Mateo y de Marcos) y «Judas de Santiago» (en el evangelio de Lucas y en los Hechos de los Apóstoles) es discutida por
los especialistas. En todos los casos, parece existir la tendencia de acompañar
el nombre de «Judas» con alguna especificación, quizá por la preocupación de
los escritores de aquellos textos por diferenciar a Judas Tadeo de Judas Iscariote,1
el apóstol a quien se atribuye haber traicionado a Jesús.
El
nombre «Judas» es una palabra hebrea que significa alabanzas sean
dadas a Dios. «Tadeo», término proveniente del idioma arameo,
significa el valiente, hombre de pecho robusto. También se le
llamó «Lebbeo», que significa hombre de corazón tierno.
San Judas Tadeo, apóstol |
Junto
con Simón el Cananeo, Judas Tadeo era uno de los
apóstoles considerados como más judaizantes dentro del grupo de «los Doce».
Según el evangelio de Juan, fue testigo privilegiado de
la Última Cena,
durante la cual tuvo una participación activa explícita. La tradición
eclesiástica le atribuye la autoría de la epístola de Judas, punto también
debatido por los biblistas.
La
escasez de datos sobre Judas Tadeo y algunas identificaciones equívocas de su
persona se vieron reflejadas en la variedad iconográfica que lo caracteriza. Se
lo representó con un mazo,
herramienta con la que -según la tradición católica- sufrió martirio (hasta el
siglo XIV se lo personificó con frecuencia con alabarda
o hacha,
e incluso con espada).
A menudo sus representaciones portan una imagen de Jesús, a veces con forma de
medallón, en el pecho, por su parentesco con el Señor y simbolizando al apóstol
que lleva a Cristo en su corazón a los pueblos paganos. También se lo
representa con una llama de fuego sobre su cabeza, significando su presencia en
Pentecostés
y la escritura de uno de los libros canónicos que la tradición eclesiástica
tendió a atribuirle. En el simbolismo medieval, se consideró la piedra preciosa
«crisopasa»
como atributo del apóstol Judas Tadeo.
Hoy
en día, la tradición católica lo venera como el santo de las causas difíciles y
desesperadas. Su festividad se celebra en la liturgia católica el 28 de octubre,
aunque popularmente suele ser recordado el día 28 de cada mes.
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