jueves, 30 de diciembre de 2010

In memoriam

Termina este año 2010, con sus luces y sombras, con sus triunfos y sus fracasos, pero al igual que comenzó en familia también finaliza con este núcleo de verdadera formación cristiana. Son días entrañables, de celebraciones, de encuentros, de disfrute de jóvenes y mayores, de ilusión y de esperanza. Pero precisamente en estos días también echamos en falta a ese ser querido que se nos fue, que vivía con la misma ilusión que nosotros estas fiestas y en nuestra Hermandad, este año 2010 se nos han marchado algunos hermanos y benefactores y devotos que es justo recordar, precisamente en estos momentos donde las alegrías, las luces y el ambiente navideño nos envuelve. La Navidad es un tiempo de alegría y de recuerdo y por eso en estas líneas queremos que no caigan en el olvido nuestros hermanos Francisco Manuel Fraile Estival, Francisco Hevia Gutiérrez, José María Domínguez Aguirrezabal, Manuel Villegas Quiñones, Alfonso Casellas Carrasquilla, Rafael Ariza Sánchez y Rafael Carbonell Naranjo. Todos ellos gozan ya de la presencia divina de nuestra Madre de la Hiniesta, todos ya están con el Mesías, el Señor, nuestro Cristo de la Buena Muerte.

La Hermandad ha querido felicitar por carta a las familias de estos hermanos para apoyarles y estar más cerca de ellos en estos días tan especiales y que por vez primera, no vivirán con sus seres más queridos. Es una felicitación agridulce pero en la que hemos querido darles un mensaje de cercanía y de esperanza.

Comenzando el año nos dejaba Paco Fraile, hermano que supo ganarse un hueco en el corazón de todos nosotros por su dedicación, por su trabajo y esfuerzo para que la formación cultural y religiosa fuese un pilar de la Hermandad. Es recordada su etapa en la Junta de Gobierno desde 2002 a 2008 desempeñando el cargo de Diputado de Formación y Relaciones Institucionales y actualmente formaba parte de la Junta Consultiva. Su familia está muy vinculada a la Hermandad y participa activamente en todos sus actos. En los cultos a su Cristo de la Buena Muerte, el mismo que lo abraza en estos momentos, se le dedicó una eucaristía en su honor y para pedir por su alma. En el mes de febrero nos dejaba otro hermano muy querido, Paco Hevia, que desde tierras americanas proclamaba su devoción a la Virgen de la Hiniesta, a la que acompañó hasta muy avanzada edad, siendo un ejemplo de fidelidad a la devoción que le profesó desde niño. Pertenecía a una familia donde la Hermandad es el centro de su vida. Su hermano fue Hermano Mayor, el recordado José Manuel Hevia. Durante los cultos en honor a la Virgen de la Hiniesta Dolorosa, su familia asistió a la eucaristía dedicada por su eterno descanso. En el mes de junio nos dejaba nuestro hermano José María Domínguez, otro ejemplo de fidelidad en la estación de penitencia acompañando a la Virgen de la Hiniesta, casi cuarenta años sin faltar uno solo y arrastrando en torno a él a sus hijas y sobrinos, saliendo todos en el cortejo de nazarenos con una ilusión compartida por toda la familia. Fue un nazareno que portó cruz de penitente, farol, y su cirio, su insignia más valorada y la que le hacía sentirse más orgulloso, no obstante salía hasta este año 2010 con su cirio azul muy cerca de su Madre Hiniesta. En los cultos de septiembre en honor a la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, una emocionada viuda, hijas y sobrinos nos daban buena cuenta del amor que profesaba su padre hacia nuestros sagrados titulares. En septiembre cuando estábamos realizando los cultos a la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, nos llegó la triste noticia del fallecimiento de nuestro hermano Manolo Villegas, todo un ejemplo de cariño y trabajo para la Hermandad. Era conocido por sus tareas de diputado de tramo durante muchos años y en los que también participaban sus hijos. Desde joven tuvo que marcharse de Sevilla por motivos laborales pero a su regreso retoma el contacto con la Hermandad y en a principios de los ochenta del siglo pasado se integra notablemente con colaboraciones con Priostía y sobre todo con la Diputación Mayor de Gobierno. Por su profesión proporcionaba para nuestros cultos numerosos enseres que se utilizaron para decorar y solemnizar aún más los altares de cultos a nuestros titulares. Al poco tiempo de conocer esta noticia nos llegaba otra igualmente triste como era la del fallecimiento de Alfonso Casellas, otro hermano muy recordado por su vinculación y la de toda su familia en la Hermandad. Desde joven participando con la juventud Hiniesta, de la que fue un precursor junto a su hermano, y poco a poco integrándose en la cuadrilla de hermanos costaleros, teniendo el alto honor de haber participado de la cuadrilla del Cristo de la Buena Muerte y de la Virgen de la Hiniesta. Era habitual verlo en todos los actos y cultos de la Hermandad y desde su condición de cofrade siempre defendió los intereses de la Hermandad de la Hiniesta, a la que sentía con todo orgullo, orgullo que ha sabido inculcar a sus hijos. Otro hermano al que echaremos en falta a partir de ahora es nuestro querido capataz, maestro del martillo Rafael Ariza, todo un señor, todo un caballero y un ejemplo de buena persona y buen hermano. En su segunda etapa como capataz de la Hiniesta, puesto que ya en los años sesenta y setenta desempeñó estas funciones, nos ha regalado todo su buen hacer mandando nuestros pasos procesionales. Pese a su avanzada edad y su delicada salud permaneció fiel a su cita los Domingos de Ramos y en el traslado de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa. Finalmente cuando cerrábamos el año un hermano nos comunicaba el fallecimiento de su padre Rafael Carbonell, que tenía un bajísimo número en la nómina de hermanos, por debajo del número 80.

Todos están ya bajo el manto azul y plata de la Virgen de la Hiniesta. Es la mejor protección que puedan tener, el calor y la misericordia de nuestra Madre y después de presentarse ante Dios han podido disfrutar de los beneficios de la vida eterna.

Pero además de estos hermanos no podemos dejar de hablar de otras personas muy vinculadas con la Hermandad como fueron Antonio Martín, artista de la talla de nuestro paso de Cristo, que puso todo su conocimiento en realizar una auténtica obra de arte para que sirviera de altar efímero a nuestro Cristo de la Buena Muerte. También un recuerdo para Carmela Navarro, esposa que fuera de nuestro querido José Guillermo Carrasquilla, Hermano Mayor durante la década de los ochenta en dos mandatos y finalmente José Pérez Delgado, el querido Pepito o Pepe “el gubia”, sucesor del maestro Castillo Lastrucci, que tuvo el alto honor de estar muy cerca del Cristo de la Buena Muerte, al realizarle nueva cruz y restaurarle alguna espina, de la Santísima Virgen de la Hiniesta Dolorosa y Gloriosa Coronada, ambas restauradas por él y Santa María Magdalena, a la que también restauró y limpió en muchas ocasiones. La última intervención que hizo para la Hermandad tuvo lugar con la restauración y limpieza del juego de angelitos y cartelas del paso de Cristo y tuvimos la ocasión de conocer su calidad humana y como profesional. Descansen todos en paz.

Rogamos a todos los hermanos que tengan un momento de recuerdo para todos ellos y que pidan por el eterno descanso de sus almas, en la esperanza de que gozan de la presencia divina del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y de Santa María de la Hiniesta, Madre de Dios y Madre nuestra.

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