lunes, 6 de julio de 2020

Nuestra historia

La Hermandad en el siglo XVII

Apenas se tienen noticias de la Hermandad durante la primera mitad del siglo XVII, pero debió funcionar con normalidad y hasta gozar de un cierto esplendor como demuestra la reducción de cofradías de 1623. Dado el número de hermandades de penitencia existentes entonces en Sevilla y la dificultad que tenían las autoridades civiles para controlarlas, el Consejo de Castilla ordenó que las cofradías de la ciudad se redujeran unas a otras. Esto suponía la existente de una cofradía principal, a la que se agregaban otras que tenían que participar en las procesiones y actos de la primera, aunque si esta lo autorizaba podían llevar los pasos, imágenes y cruces propios. De esta forma, las treinta y una cofradías existentes quedaron reducidas a dieciséis. A la Hermandad de la Hiniesta se redujeron tres cofradías: la Palma (Buen Fin), la Conversión del Buen Ladrón (Montserrat) y la Presentación (Calvario). Pero esta situación duró poco. Las hermandades reducidas no estuvieron de acuerdo con la medida y nunca perdieron totalmente su naturaleza, de ahí que poco después volvieran a recuperar su primitiva autonomía.

El año 1649 marca un punto de inflexión en la historia de la Hermandad de la Hiniesta. Sevilla padeció entonces una devastadora epidemia de peste en la que murió la mayor parte de los hermanos, de manera que la corporación quedó muy mermada desde el punto de vista económico. Como no se podía hacer frente a los cuantiosos gastos que ocasionaban la estación de penitencia y la fiesta en la octava de septiembre, se dejó de celebrar esta última en 1658. En consecuencia, muchos hermanos que cifraban su vínculo en la devoción a la Virgen de la Hiniesta Gloriosa se retiraron de la Hermandad, lo que en última instancia derivó en la suspensión también de la estación de penitencia, que se hizo por última vez en 1666.

En este estado de cosas, el 17 de julio de 1667, un grupo de hermanos antiguos y de personas que querían serlo se reunieron y acordaron encargarse de la fiesta de septiembre y de las misas sabatinas. La reactivación del culto atrajo a más gente, hasta el punto de plantearse redactar unas nuevas reglas porque las antiguas constituciones de 1565 estaban ya obsoletas. La regla resultante, compuesta por veintiséis estatutos, fue presentada a la autoridad eclesiástica el 18 de julio de 1670, aprobada el 23 de julio del año siguiente y dada a la imprenta.

 

Francisco S. Ros González

Teniente Hermano Mayor

Profesor Departamento Historia del Arte

Universidad de Sevilla


 Pie de foto: Primitiva Dolorosa de la Hiniesta, perdida en el incendio de 1932.

 

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