martes, 22 de diciembre de 2020

Prepararnos para la Navidad

Adoración de los Magos, Gerard David ca. 1920
 

Termina el Adviento y nos acercamos inexorablemente al tiempo mágico de la Navidad. Nos acercamos a los días de las reuniones familiares, -este año más reducidas a causa de la pandemia-, a los días de recordar a aquellos que ya no están con nosotros, al ajetreo de las compras de regalos y comida para preparar la cena de Nochebuena con los nuestros, a las miradas cargadas de ilusión de los niños cuando abren los regalos la mañana del día de Reyes.

Pero no debemos olvidarnos de lo que realmente significan esos días, "Navidad", que procede del latín "nativitas", significa nacimiento. Durante estas últimas semanas hemos estado preparando nuestra alma para acoger, de la manera más sincera posible, el nacimiento de Jesús que, siendo Dios, se hizo el más humilde de los hombres. Dijo el Papa Benedicto XVI "la solemnidad del Nacimiento del Señor que dentro de poco celebraremos, nos invita a vivir esta misma humildad y obediencia de fe. La gloria de Dios no se manifiesta en el triunfo y en el poder de un rey, no resplandece en una ciudad famosa, en un suntuoso palacio, sino que establece su morada en el seno de una virgen, se revela en la pobreza de un niño"



El pasado sábado, durante el retiro de Adviento, D. Carlos Coloma nos hacía la siguiente reflexión: "Dios nos está hablando, con todo lo que está pasando, y hay que saber escuchar. Somos humanos, no somos dioses, aunque dictemos leyes para controlar la vida humana. El hombre convirtiéndose en Dios y Dios convirtiéndose en hombre". Hay que prestar atención y escuchar con calma el mensaje que Dios desde su cuna, nos trae. Para ello, como nos decía D. Carlos, hay que "desconectar para conectar". Desconectar de todo lo superfluo, de lo que nos distrae y conectarnos a Jesús, y a su mensaje. Un mensaje que se mantiene invariable desde hace más de 2.000 años: Paz, Amor, Solidaridad con nuestros hermanos más necesitados, Respeto por toda vida humana... Con su nacimiento, Cristo nos anuncia también la gloria de su Muerte y Resurrección, la Salvación de todos los hombres, que es el regalo más precioso que nos ha podido dar.

La noche del 24, acordémonos de reservar en nuestra mesa un asiento para Jesús, y hagámosle también el mejor regalo que podemos hacerle: nosotros mismos con nuestros defectos y virtudes, con nuestros fallos humanos, pero también con nuestra alma llena de Fe y de Amor hacia Él.

FELIZ NAVIDAD


María Salud Elvás Iniesta
Diputada de Formación y Relaciones Institucionales



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