Comenzamos el martes 5 de septiembre los solemnes y reverentes cultos
en honor de nuestra amantísima titular la Santísima Virgen de la Hiniesta
Gloriosa Coronada y como indica
nuestra Regla 19.b. tenemos la obligación de “asistir responsablemente a todos los cultos”, por tanto, estos
días del triduo y de la función votiva del día 8 son una buena ocasión para el
encuentro en San Julián de todos los hermanos en torno a la mesa del Señor y
con la cercanía de la Virgen de la Hiniesta.
Convocatoria de cultos |
Como se ha informado en días precedentes la predicación de estos cultos
estará a cargo del Rvdo. Sr. D. José Manuel Martínez Santana, párroco
del Santísimo Perdón de Sevilla, en los días del triduo y del Rvdo.
Sr. D. Fernando García Álvarez-Rementería, pbro., párroco de San Julián y
Santa Marina y director espiritual de la hermandad, el día 8 función votiva y
festividad de la Navidad de la Santísima Virgen María y de la Virgen de la
Hiniesta.
El color litúrgico que corresponde a los tres días del
triduo es el verde, al encontrarnos en el tiempo ordinario y ser tres
jornadas denominadas feria, es decir días posteriores al domingo. Por su parte
el día 8 de septiembre, al ser fiesta de la Natividad de la
Santísima Virgen María, corresponde el color blanco.
La titular
mariana de gloria de la hermandad, la Santísima Virgen de la Hiniesta
Gloriosa Coronada es el exponente más antiguo de devoción a la Virgen
María en nuestra corporación, ya que sus orígenes legendarios dan paso a la
historia a partir de 1380 con el hallazgo y traída al templo parroquial de San
Julián de la primitiva Virgen de la Hiniesta por el caballero aragonés Mosén
Per de Tous.
La Iglesia
católica define el culto a la Santísima Virgen con el término hiperdulía,
que fue utilizado por vez primera en el año 1963, durante el Concilio
Vaticano II y concretamente en la Constitución dogmática “Lumen
Gentium”, uno de los cuatro documentos que sirvieron como base para
desarrollar los trabajos de renovación de la Iglesia. Se describe en “Lumen
Gentium” que “este culto [...] aunque del todo singular, es esencialmente diferente del
culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al
Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente". En el culto de la Virgen María
(hiperdulía) el grado de veneración es mayor que los demás santos (dulía), pero
menor a la que se considera de adoración (latría), reservado para Dios Padre,
Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
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