Celebra hoy la Iglesia la festividad de Santa Catalina de
Siena, patrona de Europa junto con otras dos santas, Brígida de Suecia y Teresa
Benedicta de la Cruz de Alemania, proclamadas el uno de octubre de 1999 por el
papa de feliz memoria, San Juan Pablo II.
Catalina Benincasa, conocida como Santa Catalina de Siena O.P., nació en Siena (Italia) el 25 de marzo de 1347. Por inspiración
divina, a los siete años ofreció a Dios su virginidad y ya en 1363, superada la
oposición de la familia, inicia la vida como laica dominica en la Fraternidad
Seglar de Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, dedicadas con gran
austeridad a la oración, penitencia y ayunos. A los veintitrés años, en una
visión de su esposo celestial, recibe la misión de dedicarse a la vida de
apostolado.
Reforzada por las gracias del Espíritu Santo, a las que ella
responde con docilidad, conseguirá unir una enorme actividad apostólica con la
altísima contemplación de las verdades divinas dentro de la "celda del
corazón".
Se dedicó, con eficacia, a llevar el bien, la virtud y la paz
a los hombres y mujeres de todas las clases sociales. Inflamada del amor de
Cristo crucificado buscó conformarse en todo a Él. El primero de abril de 1375
recibe los estigmas de la pasión, aunque su aspecto es de luz, no de sangre. Su misión fue eficacísima en la reforma de la Iglesia,
dividida por el cisma de Aviñón, y en la reforma de la Orden de Predicadores, apoyando la
obra del Beato Raimundo de Capua. La familia dominicana la considera como su
madre.
Catalina muere en Roma el 29 de abril de 1380, a la edad de
treinta y tres años. Pío II la canoniza en 1461, y el cuatro de noviembre de
1970 es declarada Doctora de la Iglesia por Pablo VI. Su magisterio carismático
es un don de Dios a la Iglesia y a la humanidad. Fue sepultada en la basílica
dominicana de Santa María Sopra Minerva.
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