La semana anterior comentábamos el significado de la oración
como luz en nuestra vida que deseo continuar con la Palabra de Jesús en los Evangelios de esta
semana que nos invita a conocer el significado de ser luz y sal convirtiéndonos
en mensajeros suyos. Quiere que seamos sembradores de su Palabra y que esta dé
frutos y que permanezcamos junto a Él pues él es nuestro Maestro.
Esa es la auténtica realidad de nuestro hacer con Dios, de
vivir bajo su Amor protector, de su Gracia infinita que es un amor imperecedero,
un amor que no avasalla y que nos invita a decirle "Aquí estoy Señor, para
hacer tu voluntad", para manifestar nuestra fe, y salir a su encuentro,
cuando Él nos dice "Venid a mí y yo os aliviaré".
Dios nos pide que seamos
una Hermandad que vive en
comunidad, llenos de amor con Jesús,
participando y guardando su Palabra, que vivamos con fe y sabedores de que Él siempre está con
nosotros, que nos ama, que nos protege y que nos ofrece ese manantial de agua
viva. " Si alguno tiene sed venga a mí y beba porque del que beba de Mí,
del seno de aquel que cree en Mí, manarán ríos de agua viva.
Esa es la Buena Nueva de Jesús. Que la fuerza de la oración,
nos da fe y que esa fe es también creerle a Él, creer que es verdad que nos
ama, que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos
abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad, y
que como dijo el Papa Francisco "Mas difícil que amar a Dios es dejarse
amar por Él".
Estamos llamados a ser sembradores de la Palabra de Jesús sin
importarnos quien recogerá los frutos, vivamos pues con nuestras creencias, con nuestra fe, porque
con nuestra confianza, cada uno de nosotros podemos ofrecerle a este mundo un
poquito de más alegría, de amor y de esperanza con la alegría de la
resurrección de Jesús.
Esa será llevar la Buena Nueva de Jesús por los caminos de
nuestra vida.
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