Resurrección |
En las Normas generales sobre el año
litúrgico n. 22, del Misal de Pablo VI se afirma: "Los cincuenta días que
van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser
celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día
festivo, más aún, como "un gran domingo". De esta aseveración se
deduce la importancia de este tiempo litúrgico en el que se canta solamente el
Aleluya pascual, y en el que se nos presentan cincuenta misas, entre feriales y
festivas que convierten la fe y el testimonio pascual en oración comunitaria.
Esta teología se completa con la meditación de los cinco nuevos prefacios
pascuales, más los dos de la ascensión y el de pentecostés. De aquí se deduce
que el Tiempo pascual es litúrgica y teológicamente el tiempo por excelencia de
la celebración pascual del Resucitado, el tiempo del Espíritu y, en
consecuencia, el tiempo de la Iglesia como nuevo pueblo de Dios. Los temas
propuestos en el Leccionario dominical son los siguientes: Domingo de Pascua:
la Resurrección del Señor; Domingo II: la fe de Tomás y de la comunidad; Domingo
III: El encuentro con el Resucitado; Domingo IV: la salvación pasa a través de
Cristo, puerta del redil y pastor bueno; Domingo V: Se constituye la comunidad
en su ministerio viviendo el mandamiento nuevo; Domingo VI: La permanencia de
Dios con nosotros, la comunidad se expande y se promete el Espíritu Santo;
Domingo VII: La ascensión del Señor, los testimonios de la gloria de Jesús y su
oración al Padre; Domingo VIII: Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo
sobre la Iglesia. Los domingos de este tiempo han de ser considerados y
llamados "domingos de Pascua" y tienen precedencia sobre cualquier
fiesta del Señor y cualquier solemnidad. Las solemnidades que coinciden con
estos domingos han de trasladarse al lunes siguiente. Las celebraciones en honor
de la Santísima Virgen o de los santos que caen entre semana no pueden ser
trasladadas a estos domingos (NUAL 5;23).
Los ocho primeros días del tiempo pascual
constituyen la octava de Pascua y se celebran como las solemnidades del Señor.
— Durante la octava de Pascua hágase
memoria en la plegaria eucarística de los que han recibido el bautismo en la
Vigilia pascual. Los neófitos tengan reservado un lugar especial entre los
fieles durante todo el tiempo pascual, en las Misas dominicales, y hágase mención
de ellos en la homilía y en la oración de los fieles.
— Es muy conveniente que los niños reciban
su primera comunión en estos domingos pascuales.
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