Tal día como hoy, hace setenta y
cinco años, era Lunes Santo, una jornada que lejos de ser jubilosa para nuestra
Hermandad fue una de las más tristes de su historia, pues efectuó su estación
de penitencia sin ningún tipo de imágenes a las que poder acompañar, por lo que
lo hizo con el estandarte de la Virgen de la Hiniesta, dentro del cortejo de la querida Hermandad de la Amargura, que pospuso
su salida a la jornada del Lunes Santo por inclemencias meteorológicas el
Domingo de Ramos. Esta decisión de integrarse en el cortejo penitencial de la
Hermandad de la Amargura fue tomada en cabildo general de salida, el 2 de marzo
de 1937, celebrado a las ocho y media de la tarde, en la capilla de los Siervos
de María, anexa a la parroquia de San Marcos que había sido saqueada e
incendiada en julio de 1936. Previamente a este cabildo de hermanos tuvo lugar
uno de oficiales, el 24 de febrero de 1937, para preparar el cabildo general.
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Simpecado de la Virgen de la Hiniesta |
La Hermandad que estaba sumida en
la más profunda desgracia, sin imágenes titulares desaparecidas en el incendio
de la iglesia de San Marcos, el 18 de julio de 1936, pero con algunos enseres,
como el magnífico
Simpecado de la Virgen de la Hiniesta, de
diseño
juanmanuelino y ejecución en el taller Guillermo Carrasquilla Rodriguez, sobrino
de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, que continuaba su labor regentando su histórico
taller. Se trata de una pieza de bordado en oro y sedas de colores sobre
terciopelo burdeos, de gran calidad de
diseño y ejecución, así una cenefa bordea todo el conjunto y un gran tondo
central, también con una rica cenefa que lo rodea, enmarca la magnífica
reproducción en sedas de colores sobre hilo de oro, de la Virgen de la Hiniesta
Dolorosa vestida de hebrea, desaparecida en el incendio de San Julián del 8 de
abril de 1932. La obra data del año
1934 y en la misma se aprecia sobre un fondo dorado con
técnica de pequeños rombos, se realiza esta imagen mediante puntos matizados de
seda en las carnaduras y oro llano recubierto de sedas de colores para sus
vestimentas. Se advierten también complementos decorativos de lentejuelas
dispersas por el pañuelo de la Virgen de la Hiniesta. A su alrededor una ancha
guardilla formada por una especie de círculos con bodoques en su interior, que
se abren en sus extremos superiores para dar paso a unas finas hojas lobuladas
y roleos. Su interior está ocupado por una hoja abierta formada por setillos
con aplicación de lentejuelas. Separando los círculos que rodean al óvalo
emergen una especie de ráfagas vegetales que arrancan de pequeños triángulos de
malla. Se trata una insignia de primer nivel y gran calidad que quiso recordar
a la Dolorosa de la Hiniesta por la que suspiraba Romero Murube cuando nos
preguntaba en su obra Sevilla en los labios, por si recordábamos a la Virgen de
la Hiniesta.
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Detalle del medallón central |
Esta obra ejecutada en su origen
en terciopelo burdeos bordada en oro, fue pasada en 1970 por el taller de José
Guillermo Carrasquilla Perea a terciopelo azul y en 1994 con excelente
criterio, el taller de Francisco Carrera Iglesias, lo pasaría a nuevo
terciopelo burdeos, restaurando sus bordados y dándole su estética primitiva
tal y como fue concebido.
En las fotografías de la Fototeca Municipal que datan del año 1935, un año después de su realización podemos ver como aún no estába concluido totalmente este simpecado, faltándole la cenefa externa.
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Salida de Santa Marina en 1935 |
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Cortejo de nazarenos por Relator |
La Hermandad de la Hiniesta a lo largo de su historia ha pasado grandes vicisitudes. Hace setenta y cinco años, no hace tanto tiempo, no tenía ni imágenes a las que rezar, pero siempre tuvo a esa flor que nace todos los años por primavera y que es la Virgen de la Hiniesta como referente. Hoy la Virgen de la Hiniesta sube a su paso procesional y es bálsamo que cura todas las heridas. Debemos estar orgullosos de que setenta y cinco años después y gracias al tesón, entrega, dedicación y desinterés de muchos hermanos, la Hermandad se encuentre con un patrimonio material y humano muy valioso para seguir adelante. Miremos las cosas realmente importantes y desechemos aquellas que no estén en el interés general de los hermanos y de la Hermandad, así avanzaremos y daremos un homenaje a aquellos hermanos que un Lunes Santo de 1937 sin imágenes a las que rezar lloraron bajo esa túnica azul y plata las amarguras más grandes que podamos imaginar.
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