San Mateo 5, 38-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”.
Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te
abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte
pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para
caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide
prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a
tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que
os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir
su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No
hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos,
¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por
tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Comentario Fray Miguel de Burgos Núñez (https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/)
El amor a los enemigos (5,43-48) es la sexta y última
antítesis de esa "plenitud" de la ley y los profetas que enmarca todo
el conglomerado de las antítesis. Es la cumbre de todas ellas y el cenit de la
radicalidad con que se pretendía esa plenitud de parte de Dios, revelado por
Jesús. Así lo entiende Mateo quien sigue, no obstante, el texto de Q (Lc
6,27.32-35) e incluso reformula Q (Lc Lc 6,36) en el v. 48 de nuestro texto de
hoy. En realidad el "odiarás a tu enemigo" no lo encontraremos en el
AT, pero teniendo en cuenta que los que no son del pueblo de Dios, para el judaísmo,
son pecadores, se entiende que se haya formulado de esta manera la exigencia de
contraste del amor a los enemigos.
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