San Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Comentario Fray Miguel de Burgos Núñez (https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/)
"La luz del mundo, y la
ciudad en lo alto del monte… tienen también todo su sabor bíblico. Sobre la luz
sabemos que hay toda una teología desde la creación… Pero también se usa en
sentido religioso y se aplicaba a Jerusalén, la ciudad de la luz, porque era la
ciudad del templo, de la presencia de Dios. Por eso “no se puede ocultar una
ciudad”… hace referencia, sin duda a estos simbolismos de Jerusalén, de Sión, de
la comunidad de la Alianza. El cristiano, pues, que vive de las opciones de las
bienaventuranzas no puede vivir esto en una experiencia exclusivamente
personal.. Es una interpelación a dar testimonio de esas opciones tan radicales
del seguimiento de Jesús, de la fuerza del evangelio"
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