San Juan 1, 29-34
En
aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
Comentario Fray
Miguel de Burgos Núñez (https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/)
El
contraste entre Juan y Jesús es tan patente como si se describiera el amanecer
y el mediodía, entre las sombras y la luz; entre el agua y el Espíritu. En el
texto queda patente que Juan actuaba por medio del bautismo de agua para la
conversión; de Jesús se quiere afirmar que trae el bautismo nuevo, radical, en
el Espíritu, para la misma conversión y para la vida. Uno es algo ritual y
externo; otro es interior y profundo: sin el Espíritu todo puede seguir igual,
incluso la religión más acendrada. Esto es lo que el testo joánico de nuestro
evangelista quiere subrayar. Y el hecho de que lo presente, al principio, como
un “cordero” indica que su fuerza estará en la debilidad e incluso en la
mansedumbre de un cordero (signo bíblico de la dulzura) dispuesto a ser
“degollado”. En definitiva, el pecado absoluto del mundo, será vencido por el
poder del Espíritu que trae Jesús. El bautismo de agua puede y tiene sentido,
pero para significar el bautismo, el sumergirse, en el Espíritu de Dios que
trae Jesús.
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