Hoy 11 de Octubre en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y cuando también se celebran los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica promulgado por el beato Papa Juan Pablo II, comienza el AÑO DE LA FE. Convocado por el papa Benedicto XXI. Su intención es la de ilustrar a todos los fieles la fuerza y belleza de la fe como auténtico fruto del Concilio Vaticano II.
Será una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe. No es la primera vez que la Iglesia está llamada a celebrar un Año de la fe. Ya el Papa Pablo VI, proclamó uno parecido en 1967, para conmemorar el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en el décimo noveno centenario de su supremo testimonio. Lo concibió como un momento solemne para que en toda la Iglesia se diese «una auténtica y sincera profesión de la misma fe»; además, quiso que ésta fuera confirmada de manera «individual y colectiva, libre y consciente, interior y exterior, humilde y franca». Pensaba que de esa manera toda la Iglesia podría adquirir una «exacta conciencia de su fe, para reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para confesarla». Las grandes transformaciones que tuvieron lugar en aquel año, hicieron que la necesidad de dicha celebración fuera todavía más evidente. Ésta concluyó con la Profesión de Fe del Pueblo de Dios, para testimoniar cómo los contenidos esenciales que desde siglos constituyen el patrimonio de todos los creyentes tienen necesidad de ser confirmados, comprendidos y profundizados de manera siempre nueva, con el fin de dar un testimonio coherente en condiciones históricas distintas a las del pasado.
El Año de la Fe que hoy comienza puede ser una ocasión propicia para comprender que los textos dejados en herencia por los padres conciliares, según las palabras del beato Juan Pablo II, «no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos de manera apropiada y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza». El Año de la Fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados.
En Sevilla el arzobispo nos ha convocado a todos los fieles el próximo domingo 14 de octubre a las seis la tarde para la solemne apertura que tendrá lugar en la Santa Iglesia Catedral. El pasado día 9 presentó los actos de culto más relevantes, así como otros de carácter cultural y un temario formativo con el que se pretende impulsar la nueva evangelización, promover las enseñanzas del Concilio Vaticano II y suscitar en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza.
Este Año de la fe terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario